Pakistán anunció ayer haber destruido tres campos de entrenamiento islamistas en la zona tribal fronteriza de Afganistán en una operación que costó la vida a unos 30 militantes. La operación, que incluyó la movilización de fuerzas terrestres y el apoyo de helicópteros, se llevó a cabo en la región tribal semiautónoma de Waziristán del Sur, según informó el portavoz militar Shaukat Sultan. “Teníamos informaciones sobre la presencia de 25 a 30 terroristas extranjeros y locales en esos campos, que llevaban varios días vigilados”, afirmó. Terminado el bombardeo, las fuerzas paquistaníes no encontraron sobrevivientes. Waziristán del Sur limita con la provincia afgana de Paktika, donde en octubre pasado un bombardeo aéreo estadounidense causó la muerte a más de 80 personas. La semana pasada, el saliente jefe de inteligencia de Estados Unidos, John Negroponte, denunció que Pakistán es un refugio para la insurgencia talibán que opera en Afganistán, acusación rechazada de plano por Islamabad. “Pakistán es un socio en primera línea en la guerra contra el terrorismo, pero es una fuente importante de extremismo islámico y refugio de ciertos altos responsables terroristas”, afirmó Negroponte en esa oportunidad. “Pakistán es uno de los países en el mundo que ha hecho más esfuerzos para luchar contra el terrorismo”, afirmó por su parte el primer ministro paquistaní Shaukat Aziz. En tanto, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, afirmó ayer en la capital de Afganistán que su país continuará trabajando con los paquistaníes para reducir la violencia desde ese lado de la frontera. Gates aseguró que “Pakistán es un extraordinario y fuerte aliado de Estados Unidos”, pero explicó no obstante que allí existen redes de Al Qaida y que éste es un asunto que ha de tratarse con el gobierno paquistaní.