Sáb 27.01.2007

EL MUNDO

Los servicios de Sarkozy espiaron a un colaborador de Ségolène Royal

Dos nuevos escándalos sacuden la campaña francesa: el espionaje de un servicio secreto bajo las órdenes de Sarkozy y la broma de un imitador que engañó a Royal.

› Por Eduardo Febbro
Desde París

Las campañas electorales son un duelo de espadas verbales, pero la que vive Francia de cara a las elecciones presidenciales del mes de abril y mayo empieza a tener perfiles de un combate de boxeo contaminado por la intervención de los servicios secretos y humoristas de dudosas intenciones. Dos escándalos mayores empañaron esta semana lo que debería ser un encontronazo de ideas. El semanario satírico Le Canard Enchaîné, gran especialista de las revelaciones estruendosas, adelantó que los servicios de una dependencia policial llamada RG-Informaciones Generales había espiado desde principios de este año a uno de los colaboradores más cercanos de la candidata socialista Ségolène Royal. Ayer, uno de sus hermanos denunció que el mismo servicio se había interesado de cerca en él con el objetivo de apuntar a su hermana. El problema de este espionaje está en que el servicio policial implicado, que reconoció la primera intervención, depende del Ministerio del Interior, que el ministro del Interior es Nicolas Sarkozy y que Sarkozy es el candidato del partido conservador UMP.

La segunda bomba sucia de la campaña estalló también el viernes y constituye uno de esos episodios que, decentemente, cualquiera ubica en un país del tercer mundo con democracia frágil y no en Francia. Pero las costumbres se globalizan, incluidas las malas. Ségolène Royal fue víctima de una broma ruin montada por un famoso imitador, Gerald Dahan, quien se hizo pasar por el primer ministro de Quebec, Jean Charest. Dahan no es cualquiera: se trata de un simpatizante de Sarkozy. El imitador entró en escena de forma calculada. Unos días antes, Ségolène Royal había suscitado un debate sobre sus supuestas declaraciones a propósito de la soberanía de Quebec, la provincia francófona de Canadá en eterno antagonismo con los anglófonos del país. En el diálogo telefónico con el supuesto jefe de gobierno de Canadá, la representante socialista evocó la polémica independencia de Córcega, la isla francesa del Mediterráneo trastornada desde hace décadas por un persistente movimiento independentista. La bromita hizo que el cielo se le cayera encima a Ségolène Royal. La candidata acumula desde hace casi dos semanas los tropiezos y éstos son tanto más indigestos cuanto que los medios de comunicación adoptan un perfil mucho más crítico que con Nicolas Sarkozy. El cómico Dahan ya se había hecho famoso cuando en 2005 se hizo pasar por el presidente Jacques Chirac. El humorista llamó por teléfono al jugador Zinedine Zidane y le pidió que los jugadores de la selección se pusieran una mano en el pecho durante el himno nacional, gesto que los jugadores adoptaron.

El caso más explosivo es, no obstante, el trabajito de inteligencia que el servicio de las informaciones generales realizó en torno de Bruno Rebelle, un miembro del equipo de Ségolène Royal y antes ex director de Greenpeace Francia. El semanario satírico Le Canard Enchaîné reveló que para redactar el informe sobre Rebelle, seis funcionarios de la policía trabajaron durante tres días. Nicolas Sarkozy, en tanto que el ministro de Interior, se vio inmediatamente envuelto en el escándalo. El candidato de la derecha desmintió toda implicación, calificó de ridículas las acusaciones y pidió a los miembros de la oposición que “conserven su sangre fría”. Y pese a que el ministro de Interior desmintió la existencia de una investigación semejante, al día siguiente el mismo servicio apuntado –informaciones generales– reconoció haber establecido una “ficha” sobre Bruno Rebelle, la cual fue reactualizada a principios de enero, es decir, justo en el momento en que Bruno Rebelle integraba el equipo de Royal. Con todo, los RG negaron haber recibido cualquier instrucción de su ministro. La polémica ficha no es negativa. Muy por el contrario, su acción en el seno de Greenpeace Francia es juzgada muy positiva, al tiempo que Bruno Rebelle se ve calificado con el atributo de “excelente gestionador”.

Negativo o positivo, la intervención de un servicio secreto bajo las órdenes de un candidato opositor pone sobre la mesa la disyuntiva de la pertinencia de ambas funciones: candidato y ministro. El embrollo es serio. Además de los pedidos de que se forme una comisión de investigación parlamentaria y los reclamos para que Sarkozy deje sus funciones, la misma policía entró ayer en la polémica. Un sindicato policial llamado Alianza anunció el viernes que denunciaría públicamente todas las “desviaciones antidemocráticas” en caso de que la policía sea utilizada con fines políticos. Señalado por todos, Sarkozy contraatacó: “si existen personas que quieren empujar la campañaa a la alcantarilla, yo no los seguiré”. Pero el grupo socialista en la Asamblea Nacional ya pidió una investigación parlamentaria sobre la acción del Ministro de Interior y sus servicios. El principal interesado, Bruno Rebelle, también emprenderá una serie de acciones afines a acceder al contenido global de la ficha que lo concierne.

Todo indica que la campaña francesa empieza a adquirir el perfil común a los Estados Unidos, donde cualquier detalle turbio o dudoso vale puntos en los sondeos. Nicolas Sarkozy continúa conservando una ventaja de cuatro puntos frente a su rival socialista. Ségolène Royal no consigue librarse de los fuegos de artificios que provocan a menudo sus intervenciones poco acertadas.

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