Dom 28.01.2007

EL MUNDO  › RENUNCIO JUAN CARLOS ORTIZ, PRESIDENTE DE LA PETROLERA ESTATAL

Portazo del jefe de YPFB en Bolivia

Con su dimisión, Ortiz se convirtió en el segundo paceño en abandonar el gabinete de Evo Morales en una semana. El ahora ex funcionario había sido clave en la negociación del contrato de gas con Argentina, pero no resistió el hostigamiento de su predecesor.

› Por Pablo Ortiz
Desde Sucre

Uno de los padres de la nacionalización de los hidrocarburos en Bolivia se aleja del gobierno de Evo Morales. Juan Carlos Ortiz, presidente de la empresa estatal de hidrocarburos, Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), presentó su renuncia irrevocable ante el presidente y aseguró que se va porque tiene una visión de lo que debería ser la empresa estatal para controlar todo el negocio de los hidrocarburos que no ha sido bien acogida por el gobierno. “Quiero que mi nombre no sea manoseado por personas que se ocultan detrás de anónimos para iniciar una campaña contra mi gestión y mi persona. No lo voy a permitir ni tolerar. Fui invitado a ocupar estas funciones en un momento delicado y no quiero que se viva otro momento delicado porque eso hace daño al proceso (de nacionalización) en que está inmerso el país”, escribió en su carta de renuncia irrevocable, que sonó como otro portazo en Palacio Quemado.

En una semana, es el segundo ejecutivo cruceño que se aleja del gobierno asegurando que su visión de cómo deberían ser las cosas no son aceptadas por el presidente Morales. El viernes 19 de enero, el entonces ministro de Obras Públicas Salvador Ric dimitió acusando al entorno del mandatario boliviano de tener una visión muy andina, poco práctica y con el chip neoliberal aún incorporado.

El caso de Ortiz es distinto. Fuentes cercanas a la ahora ex autoridad explican que todo se debió a una campaña de nervios y difamación constante que vivió Ortiz en YPFB. Los aliados del anterior presidente de la empresa estatal, Jorge Alvarado –hombre de confianza de Evo Morales que fue apartado por denuncias graves de corrupción–, no querían saber que el nacido en Santa Cruz de la Sierra se haga cargo de todo el negocio del gas y petróleo en Bolivia. Sobre todo se resalta la figura de Manuel Morales Olivera, abogado y amigo cercano al Presidente que ahora aspira a asumir la presidencia.

Sin embargo, contaba con el apoyo del primer mandatario. Ortiz se había ganado la confianza de Morales tras dejar un jugoso salario en el exterior del país para venir a aportar a la nacionalización de los hidrocarburos. Entre mayo y julio se hizo cargo de la vicepresidencia de contratos y negociaciones internacionales de YPFB y fue clave durante toda la negociación del nuevo contrato de venta de gas a Argentina. En julio, tras la destitución de Alvarado, tomó las riendas de la petrolera estatal y encabezó, junto al ministro de Hidrocarburos, Carlos Villegas, la negociación de los 44 nuevos contratos petroleros con empresas internacionales que trabajan en Bolivia.

En Ortiz, el presidente había encontrado a un hombre que hablaba el mismo idioma que las empresas extranjeras –había trabajado en ellas–, pero que creía en el proceso de nacionalización de los hidrocarburos. Fue por eso que se negó a aceptar su renuncia cuando la puso sobre la mesa en diciembre pasado. Sin embargo, pese a ratificarle su confianza, Morales no solucionó los problemas que Ortiz tenía en su entorno político.

Fue por ello que el viernes, tras sostener una reunión con Villegas y luego con el vicepresidente, Alvaro García Linera, Ortiz decidió alejarse definitivamente, en un acto que autocalificó “de dignidad”, porque había gente que quería mancharle la imagen. La relación entre Ortiz y el ministro de Hidrocarburos se había debilitado tanto que no le dejaban ni ver los nuevos contratos petroleros que él luego tendría que administrar. Es por eso que sospechó que le estaban tendiendo la cama y decidió tirar la toalla.

Ahora, el alejamiento de Ortiz le ha creado más problemas al gobierno. Desde las zonas productoras de hidrocarburos exigen que quien lo reemplace tenga el mismo conocimiento técnico que él, mientras que la Cámara Boliviana de Hidrocarburos, institución que agrupa a las empresas petroleras nacionales y extranjeras, lamenta que se haya ido, porque con él se aclaró el panorama del sector en Bolivia, al punto de que se comprometieron a volver a invertir. Desde cualquier punto de vista, queda la impresión de que éste es sólo el primer capítulo de una novela que puede manchar una vez más la gestión en Hidrocarburos de Evo Morales.

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