El Consejo de Ministros israelí decidió ayer seguir adelante con las obras cerca de la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén que han provocado encendidas protestas del mundo musulmán, aunque se comprometió a coordinar el proyecto con organismos internacionales. El primer ministro israelí, Ehud Olmert, declaró que “el Estado debe decirse a sí mismo: esto es un territorio y una soberanía y no podemos dejar que estos dos nos dirijan nuestras vidas”, en referencia al líder del Movimiento islámico en Israel, Raed Salah, y al del Buró Político de Hamas en el exilio, Haled Meshal. Ambos dirigentes islámicos exhortaron el jueves a un levantamiento de los musulmanes contra Israel, similar al que provocó la polémica visita de Ariel Sharon, en septiembre de 2000, a la Explanada, en respuesta a la construcción de una nueva rampa de acceso en ese lugar sagrado. Olmert hizo las declaraciones después de concluir la reunión semanal del Consejo de Ministros, en la que el gobierno israelí aprobó continuar con el proyecto de construcción a pesar de la ola de disturbios que ha desencadenado. No obstante, un comunicado emitido tras el Consejo de Ministros afirma que los trabajos deberán “llevarse a cabo de forma que acaben lo antes posible” y “en coordinación con organismos internacionales, así como manteniendo la mayor transparencia sobre el terreno”.
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