La candidatura de Royal parece estancada diez puntos abajo del derechista Sarkozy. Un fenómeno impensable apenas hace un mes.
› Por Eduardo Febbro
Desde París
La izquierda francesa parece encaminarse a un fiasco histórico. El sueño de la victoria diseñado por los sondeos de opinión se ha vuelto una pesadilla que pesa 10 puntos menos en el barómetro político de las elecciones presidenciales del próximo mes de abril, al tiempo que, en su conjunto, la izquierda totaliza hoy los niveles más bajos de adhesión desde 1969. La socialista Ségolène Royal acumula la diferencia negativa más importante registrada hasta hora con respecto al candidato de la derecha y ministro de Interior, Nicolas Sarkozy. Los sondeos del fin de semana, los más seguros de todos los que se publican, marcan una frontera impensable hace sólo un mes atrás. Cuando faltan nueve semanas para la primera vuelta de consulta presidencial, el instituto CSA realizó un estudio de opinión por cuenta del diario Le Parisien y esta proyección indica que Nicolas Sarkozy derrotaría a Ségolène Royal por 55 por ciento de los votos contra 45.
Estas cifras traducen un desencanto concreto de una parte de la opinión pública y complican la estrategia de campaña de los socialistas. Una semana después de que Ségolène Royal presentara su programa resumido en 100 propuestas, la sanción de los sondeos es una mala sorpresa. Luego de las inacabables controversias públicas, peleas de alcoba a la intemperie y tironeos internos, los socialistas esperaban que la presentación del programa pusiera fin a la pérdida de credibilidad de la candidata. Sin embargo, pese a que Ségolène Royal puso sobre la mesa la hasta ahora única plataforma de gobierno concreta, los electores respondieron cambiando sus intenciones de voto.
Además, lejos de aplacarse, las tensiones internas entre Ségolène Royal y los cuadros del PS siguieron multiplicándose y, con ellas, la impresión de que la candidata no es una apuesta segura. Colmo de la mala suerte para el partido de la rosa, tres días después de que se conociera el programa, Eric Besson, el responsable de las cuestiones económicas del PS, renunció a su cargo debido a divergencias en torno al costo real del programa de Royal. Nada parece funcionar en la galaxia socialista. Lo que antes era objeto de admiración, por ejemplo la campaña participativa elegida por Ségolène Royal, se ha vuelto un tema que se evoca con sorna, incluso fuera de los círculos socialistas opuestos a la candidata.
Pero más allá de la candidatura socialista es la izquierda francesa en su conjunto la que atraviesa un período negro. Proyecciones realizadas este semana indican que toda la izquierda junta, socialistas, comunistas, ecologistas, trotskistas, antiliberales y radicales de izquierda totalizan 40 por ciento de las intenciones de voto en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. La cifra es la más baja que se haya contabilizado desde 1969. Paradoja de esta situación, no es la candidatura socialista la que aparece como el eje del debilitamiento sino el resto de las fuerzas de izquierda.
Los analistas consideran que, en caso de una segunda vuelta, la ausencia de un bloque de izquierda fuerte hipoteca las posibilidades de que Ségolène Royal gane frente al partido conservador UMP. Los cálculos muestran un panorama desolador: ninguno de los candidatos de la llamada otra izquierda alcanza 5 por ciento de las intenciones de voto. La mayoría de éstos apenas roza 2 por ciento y ello excluye la existencia de una dinámica de izquierda para la segunda vuelta. Frédéric Dabi, de la consultora IFOP, observa que si esta configuración no evoluciona Ségolène Royal no pasa: “Si en la primera vuelta la izquierda se mantiene entre 36 y 39 por ciento, es imposible que Ségolène Royal gane, incluso si hay en el país un fuerte sentimiento TES (todo excepto Sarkozy)”. Emmanuel Rivière, de la consultora Sofrés, hace un análisis similar: “El mantenimiento de la situación actual significaría el fin de la señora Royal”.
Los análisis más detallados explican este ocaso de la izquierda global porque ninguna fuerza de izquierda logra movilizar a sus resortes históricos. Por ejemplo, la mitad del electorado obrero vota hoy por Nicolas Sarkozy o por el jefe de la extrema derecha, Jean Marie Le Pen. Frédéric Dabic argumenta que son las interferencias del mensaje del Partido Socialista lo que explica que el PS no atraiga a los electores. Crisis en el seno de las fuerzas que están a la izquierda del PS y campaña socialista que avanza con alas de plomo, las urnas empiezan a esbozar un porvenir incierto para quienes, hace 30 días, eran los dueños del escenario.
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