Teherán descartó suspender su plan nuclear y anunció maniobras militares para preparar su poder defensivo.
La tensión sigue subiendo en el Golfo Pérsico. En medio de los ataques discursivos de la Casa Blanca a Irán por su supuesta responsabilidad en la crisis iraquí, y a sólo tres días del plazo final de la ONU para suspender su programa nuclear, Teherán decidió volver a subir la apuesta. Descartó suspender el enriquecimiento de uranio, acusó a Estados Unidos de fomentar la inestabilidad en la región y le demuestra al mundo el poder de su elite militar en nuevos ejercicios que incluirán a más de 60 mil soldados.
En los últimos días, la tensión entre Washington y Teherán volvió a escalar. Todo comenzó cuando Irán hizo pública su intención de ganar más protagonismo en la reconstrucción iraquí, a través de una cooperación directa con el gobierno de Bagdad y de inversiones privadas. Este anuncio no cayó bien en Washington. Semanas después, el presidente George Bush acusó formalmente a su rival islámico de proveer con armas y logística a las milicias chiítas iraquíes. Esta denuncia empeoró el clima del Golfo Pérsico que, coincidiendo con el aniversario de la Revolución Islámica de 1979, empezaba a colmarse de aviones, barcos y soldados iraníes que demostraban la fuerza del régimen.
Según anunció ayer Teherán, hoy comenzará la tercera demostración de poder defensivo del país. Los ejercicios serán realizados nuevamente por los Guardianes de la Revolución Islámica, un grupo de elite compuesto por más de 200 hombres y por su propia fuerza naval y aérea, que depende directamente del líder supremo iraní, el ayatola Ali Jamenei. Durarán tres días e involucrarán a 16 de las 30 provincias del país. Según adelantó este grupo militar, practicarán varios tipos de tácticas, incluso las de una guerra asimétrica.
Esta no es la primera vez que los Guardianes realizan este tipo de entrenamientos. En enero pasado sacudieron al Golfo al dirigir varios días de maniobras navales y aéreas para probar su capacidad frente a un eventual ataque. Sin embargo, el ejercicio de hoy adquirió inmediatamente otro significado para la comunidad internacional, ya que el próximo miércoles Teherán podría empezar a sufrir las sanciones aprobadas por el Consejo de Seguridad el 23 de diciembre pasado. Ante la inminencia del final del plazo que le dio la ONU para suspender sus actividades nucleares, Irán ya adelantó su decisión. “La suspensión de nuestro programa nuclear es absolutamente inaceptable. No hay una justificación jurídica ni razonable para detener el enriquecimiento de uranio”, aseguró ayer el portavoz del Ministerio de Exteriores, Mohammad Ali Hosseini.
Irán parece cada vez más cercado por Estados Unidos y la mayoría de la comunidad internacional –personificada en la ONU–, y por eso intenta sumar fuerzas en la región. “Llamamos a los gobiernos y a los pueblos islámicos a rechazar los planes de los enemigos. La ayuda de unos a otros nos hará capaces de solucionar muchos de los problemas de los países islámicos, de los Estados árabes y de la región”, aseguró ayer el presidente Mahmoud Ahmadineyad. Pero por ahora no tuvo mucha suerte. El único que respondió a su llamado fue su principal aliado, el presidente sirio Bashar al Assad.
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