La reunión entre Abbas, Olmert y Rice resultó en un asedio de los dos últimos (Israel y EE.UU.) al presidente palestino, pues formará un gobierno de coalición junto a Hamas.
› Por Juan Miguel Muñoz *
Desde Jerusalén
Fracaso sin paliativos. La primera cumbre israelopalestina que se celebra con presencia de la secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, no fue siquiera el arranque de un proceso de paz que se atisba inviable dadas las circunstancias políticas: la debilidad del primer ministro israelí, Ehud Olmert, y el rechazo frontal de Hamas y de su futuro gobierno a reconocer la legitimidad del Estado sionista. La cita del ayer fue tan sólo un episodio más del asedio a todo Ejecutivo palestino que incluya a ministros islamistas.
El cónclave se convierte en un nuevo episodio del asedio económico al gobierno de Hamas. La escenografía –abundancia de banderas de EE.UU. e Israel, y algún pendón palestino– ya reflejaba que Washington y Tel Aviv jugaban como locales en un cónclave que se saldó con nulos resultados: la jefa de la diplomacia norteamericana se limitó a leer una breve declaración en la que anunció que Olmert y Abbas “se han comprometido a reunirse de nuevo pronto”.
Después de un año de humillación, y sólo tras el triunfo de Hamas en las elecciones de enero de 2006, Washington y Tel Aviv comenzaron a colmar de alabanzas a Abbas y a facilitar dinero para que la Guardia Presidencial pueda enfrentarse a la milicia de Hamas. Pero a la hora de la verdad, Olmert no da al enemigo ni agua. Tras la reunión de ayer, la tesitura en que queda Abbas es un callejón sin salida.
Deberá explicar a los palestinos que nada ha cosechado, y que sólo si el nuevo Ejecutivo, que previsiblemente encabezará el islamista Ismail Haniye, reconoce a Israel y renuncia a la violencia, podrá aliviarse el bloqueo económico a Cisjordania y Gaza. Así lo demandaron Rice y Olmert por enésima vez. De la pretensión de Abbas de abordar, aunque fuera superficialmente, asuntos de fondo –fronteras del Estado palestino, Jerusalén Este y los refugiados–, ni mención. Y en cuanto a las probabilidades de que Abbas persuada a los islamistas para que el futuro Ejecutivo reconozca a Israel son nulas. “No tenemos margen de maniobra”, admitió Saeb Erekat, asesor del mandatario árabe.
Rice afirmó que se debe regresar a la “fase primera de la Hoja de Ruta”, un plan obsoleto que establece el desmantelamiento de las milicias palestinas y la prohibición de ampliar asentamientos. Sobre Hamas y Abbas, la presión de EE.UU., Israel y la UE es asfixiante. Por el contrario, Olmert no siente que nadie lo moleste. Sobre el terreno, Israel sigue en lo suyo, ante el silencio de la comunidad internacional.
Raro es el mes en que no se anuncia la ampliación de una colonia. Al este y sur de Jerusalén, en territorio ocupado desde 1967, prosigue la construcción del muro y de autopistas que no conducen a ninguna parte. Es el método habitual. Primero se asfaltan carreteras y después se alzan asentamientos. En Erez ya se ha edificado una flamante terminal fronteriza con Gaza, y entre Jerusalén y Hebrón se construye otra. Aunque Rice, Abbas y Olmert reiteraron su compromiso genérico con la solución negociada de un Estado palestino viable, el gobierno hebreo continúa dibujando con hechos consumados las fronteras de Israel.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux