El premier italiano, protagonista de una grave crisis, intentó responder las demandas de sus aliados para que hoy le den su voto.
Romano Prodi pidió ayer una segunda oportunidad. El primer ministro italiano habló frente al Senado y a la Cámara baja y les pidió más tiempo para cumplir con sus promesas electorales. Il Professore aseguró que gran parte de esta crisis política se originó por la reforma electoral, realizada por el gobierno de Silvio Berlusconi, y se comprometió a modificarla. Esta ley había sacado el premio a la mayoría en la Cámara alta, lo que, en una situación de polarización política, provoca una mayoría muy débil. En su discurso, Prodi intentó responder a las demandas de todos sus aliados: los pilares de su gobierno serán la familia, la reforma del sistema de pensiones, una política exterior orientada al diálogo y la paz, la reforma electoral, el medio ambiente y la lucha contra el trabajo precario. El Senado decidirá esta tarde si las promesas del premier son suficientes para volver a unir a su mayoría parlamentaria y continuar en el poder.
Prodi se cuidó de no centrar su discurso en los dos puntos que forzaron el quiebre de su base parlamentaria el miércoles pasado. “La presencia militar en Afganistán no basta, sólo la acción política puede dar respuesta y estabilidad”, explicó Prodi, intentando convencer al ala izquierda de La Unión, compuesta principalmente por los comunistas. “Nuestros soldados representan una cultura de diálogo y no de enfrentamiento”, agregó. El premier italiano se comprometió a convocar una conferencia internacional de paz para solucionar el conflicto en Afganistán –una iniciativa demandada por los verdes y los comunistas–, pero reiteró que la política exterior italiana está unida a la de la Unión Europea y la OTAN. “Miramos la alianza con Estados Unidos como complemento natural de nuestro europeísmo y según nuestra tradicional política exterior atlántica seguida en el pasado”, señaló Prodi. Inmediatamente aclaró que esto no significa un alineamiento total con Washington y recordó su decisión de retirar las tropas nacionales de Irak, un conflicto que consideraban ilegítimo por no haber contado con el aval de la ONU desde el principio.
Donde sí hizo énfasis el premier italiano fue en los temas que más preocupan a la democracia cristiana y a los partidos de centro: la familia y la natalidad. También se explayó sobre la economía, el principal éxito de su corta administración. Después de varios años de recesión, el país logró el año pasado un crecimiento del PBI del dos por ciento. La mención del premier le valió una lluvia de abucheos de la bancada de la opositora Forza Italia que viene reclamando como suya esa mejora económica, ya que el gobierno de centroizquierda asumió recién en mayo pasado.
El tema que quedó afuera del discurso de Prodi es uno de los proyectos que viene generando fuertes tensiones dentro de la coalición. La ley reguladora de las parejas de hecho es rechazada de forma tajante por los demócrata-cristianos, los centristas y el Vaticano. La omisión de esta iniciativa fue entendida por los analistas italianos como un guiño al demócrata-cristiano Marco Follini, el ex ministro de Berlusconi que en medio de la crisis decidió cambiar de bando, dándole un respiro a la ajustada mayoría oficialista en el Senado. La reforma del sistema de pensiones, otro de los ejes del próximo gobierno de Prodi, también es una de las demandas que venía presentando el ex senador opositor y también los senadores vitalicios, tres de los cuales le dieron la espalda al premier en la votación de la semana pasada.
Además de Follini, la coalición de centroizquierda también sumó el apoyo del senador independiente argentino, Luigi Pallaro. “Anuncié a Romano Prodi que votaré la confianza a su Ejecutivo para dar continuidad”, sostuvo Pallaro, quien hasta último momento se había mostrado dudoso de pasarse al oficialismo. Con estos dos votos, La Unión tendría los votos necesarios para continuar gobernando. Los asesores de Prodi habían intentado construir una nueva mayoría que no incluyera a los senadores vitalicios –ex presidentes de la Nación–, ya que a pesar de haberse comprometido a votar a favor del premier hoy, su lealtad sigue siendo débil, como lo demostró la votación del miércoles pasado sobre la política exterior.
A menos de una semana del inicio de la crisis, la situación parece haberse revertido y todos los pronósticos indican que Prodi podrá continuar con un gobierno, sino igual, muy parecido al actual. El voto de confianza del viernes en la Cámara de Diputados, en donde el oficialismo supera a la oposición por más de 60 bancas, se da por descontado. La verdadera prueba de fuego será esta tarde en el Senado, en donde un par de votos en contra o un puñado de abstenciones pueden cambiar la historia.
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