Romano Prodi se queda. Así lo decidieron ayer 162 senadores italianos, después de una semana de arduas negociaciones. El voto de confianza de la Cámara alta era el último obstáculo que el primer ministro debía sortear antes de poder festejar. La votación de mañana en Diputados es sólo una formalidad, ya que el oficialismo mantiene allí una amplia mayoría. Al terminar la sesión, Prodi festejó ante los medios. “Ahora contamos con los votos suficientes y no dependemos de los senadores vitalicios”, sostuvo el premier. Sin embargo, esta mayoría incluyó a los dos legisladores comunistas que habían provocado la crisis y que, a pesar del apoyo de ayer, ya advirtieron que volverán a rechazar la refinanciación de la misión de Afganistán.

El temor a una gran crisis política fue el principal aliado de Prodi ayer. “Soy independiente y no comparto todas las políticas de este gobierno, pero hoy (por el miércoles) voté para que haya continuidad”, le explicó a Página/12 el senador ítalo-argentino Luigi Pallaro. Su voto había mantenido en vilo al gobierno italiano hasta anteayer, cuando finalmente confirmó su apoyo a Prodi. El mismo argumento había utilizado días atrás el ex ministro de Berlusconi y líder de la Democracia Cristiana, Marco Follini, al comprometer su apoyo al gobierno de centroizquierda.

El premier se mostró ayer sonriente y relajado, una imagen muy distinta de la de los últimos días, cuando muchos analistas y medios italianos vaticinaban su final político. Su principal rival, el ex primer ministro Silvio Berlusconi, reconoció la derrota, aunque advirtió que esta nueva mayoría no va a durar mucho. Su confianza se basa en parte en que algunos sectores comunistas siguen rechazando la continuación de la misión militar en Afganistán y la ampliación de la base estadounidense de Vicenza, en el norte del país. Pero también se fundamenta en las fisuras irresueltas que siguen amenazando a la coalición de centroizquierda.

Prodi se refirió a una de ellas en su discurso de ayer ante el Senado, antes de la votación. Se trata de la legalización de las parejas de hecho, tanto heterosexuales como homosexuales. Este proyecto es rechazado tanto por la oposición, el Vaticano como por los sectores más conservadores de su coalición –los demócrata-cristianos y el resto de los partidos de centro–. “El gobierno ha presentado un proyecto de ley al Parlamento y con ello ha agotado su tarea”, indicó Prodi, dando a entender que no modificará la iniciativa. “Le toca pues al Parlamento definir un texto que logre convergencias y que tenga en cuenta la libertad de conciencia”, agregó.

A pesar del optimismo de ayer del premier, los pronósticos no son buenos. La Democracia Cristiana sigue reticente a apoyar el proyecto, al igual que los senadores vitalicios y algunos independientes como Pallaro. “Voto siempre a favor de la familia”, sentenció el legislador ítalo-argentino. Sin estos apoyos, el oficialismo no alcanza los 160 votos que necesita para aprobar los proyectos en la Cámara alta. Algo similar podría suceder con los proyectos de política exterior relacionados con la misión en Afganistán y la base en Vicenza, ya que algunos senadores comunistas, a título personal, siguen oponiéndose a estas iniciativas.

Al salir del Congreso, Prodi aseguró que se abren espacios de optimismo ya que ahora no tienen que depender de los senadores vitalicios –ex presidentes–, cuya alianza siempre es un poco dudosa. Giulio Andreotti lo volvió a demostrar ayer al abstenerse, a pesar de haber dicho que apoyaría a Prodi. Según Pallaro, la táctica del premier italiano será empezar a ampliar su base parlamentaria. “Seguramente incluyendo partidos de centro”, explicó el senador. Los analistas italianos también creen que el premier buscará asegurarse una coalición más fuerte y, por eso, aceptó el apoyo de Follini. El precio de su voto, sostienen los analistas y los editoriales de los principales diarios, será un gobierno más moderado. “Va a haber cambios, pero no esperen nada radical ni profundo”, adelantó Pallaro.