EL MUNDO › LA OTRA ALIANZA PARA EL PROGRESO
› Por Darío Pignotti
Desde San Pablo
El Cadillac de Bush es fabuloso. No se sabe a ciencia cierta si llegó a bordo del Air Force One o de alguno de los aviones de carga que precedieron al desembarque del mandatario en San Pablo ayer a la noche. El dispositivo de guerra montado por Washington para esta gira latinoamericana obstruye cualquier información que los servicios de inteligencia consideren sensible. Se sabe, eso sí, que el fabuloso Cadillac de Bush es blindado, cuenta con una central de comunicaciones de última generación, un depurador de aire y un motor a gasolina. No funciona con etanol, lo que hubiera sido políticamente correcto toda vez que el motivo declarado de su encuentro con su colega Luiz Inácio Lula da Silva es dar impulso al mercado de biocombustibles en “las Américas”.
Bush es un presidente en picada, al revés de Lula, quien ayer, en el tope de su popularidad, se permitió patear un penal en el Maracaná. Pero los dos son pragmáticos: uno busca una alianza de última hora a caballo del etanol, el otro un atajo para que la economía de su país salga del pantano.
El viaje de “Doblevé Bush”, como pidió que lo llamaran, puede ser leído como el del segundo miembro de una dinastía iniciada por el viejo George Bush I, presidente en los años ’90, luego de largos servicios prestados al aparato de inteligencia y a los señores del petróleo tejano. En alguna medida, “Doblevé” puede estar sembrando los cimientos para que Jeb Bush, su hermano y ex gobernador de Florida, inicie su cruzada hacia los comicios de 2012. Jeb, junto con el ex ministro de Agricultura brasileño Roberto Rodrigues, gerencia un poderoso lobby para que los “farmers” y los fondos de inversión norteamericanos desembarquen en las praderas brasileñas y se apropien del oro verde del etanol y el biodiésel.
Se trata, en suma, de una nueva Alianza para el Progreso conservadora, con algún parentesco con aquella lanzada por John F. Kennedy en marzo de 1961 ante los embajadores latinoamericanos en Washington. Fue un mes antes del desembarco de Bahía de los Cochinos, que buscaba acabar con el joven Fidel Castro, quien por entonces sólo tenía 34 años. Como se sabe, Castro, hoy con 80, sobrevivió a Cochinos y la Alianza para el Progreso. Esta nueva alianza de Bush, más conservadora que la de Kennedy, celebrada con fervor por los barones de la industria y el campo de San Pablo, es la coartada productivista ideada por la Casa Blanca para acabar con el inconveniente Hugo Chávez, que en julio cumplirá 53 años.
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