Sáb 10.03.2007

EL MUNDO  › ESTADOS UNIDOS NEGOCIA CON IRAN Y SIRIA EL FUTURO DE IRAK

Arranca la cumbre de Bagdad

› Por Angeles Espinosa *
Desde Bagdad

Nadie se atreve a apostar qué saldrá de la Conferencia sobre Irak que hoy va a reunir en Bagdad a Estados Unidos, Irán y Siria, entre otros países. ¿Ejercicio de relaciones públicas o primer paso para cooperar en Irak? Los recelos mutuos hacen que todos los observadores se muestren precavidos. Sin duda, la disposición de Washington a sentarse con su archienemigo iraní merece al menos el beneficio de la duda. “No habrá un consenso inmediato sobre lo que se necesita para hacer en Irak, pero si al menos se dialoga sobre las reglas del juego para evitar que el conflicto se extienda por toda la región, será un paso muy positivo”, declaró Peter Harling, del International Crisis Group.

Precisamente ese peligro de desborde de la crisis iraquí es casi el único punto de consenso entre todos los vecinos de Irak, ya sea los aliados de EE.UU. como Arabia Saudita, Jordania o Egipto, o sus enemigos acérrimos Irán y Siria. La Conferencia de Bagdad supone la apuesta más ambiciosa realizada hasta ahora para evitar una guerra civil abierta que tendría graves repercusiones, tanto en la región del Golfo Pérsico como en todo Oriente Próximo. Pero no será fácil.

Por un lado, los iraníes temen que Estados Unidos sólo haya aceptado sentarse a la mesa con ellos y Siria como un ejercicio de relaciones públicas en el que les pidan ayuda para asegurar sus respectivas fronteras y que dejen de interferir en Irak –algo que Washington no se siente inclinado a hacer–, sin ofrecer ningún incentivo ni beneficio. En ese caso, Washington podría responsabilizarlos del fracaso de las conversaciones y eventualmente recabar apoyo para una intervención militar.

Los norteamericanos, por su parte, tienen serias sospechas sobre la sinceridad de Irán, cuyos recientes esfuerzos diplomáticos, pareciera, sólo pretenden distraer la atención de su programa nuclear. De ahí que muchos analistas estimen que no es posible aislar la cuestión de Irak del resto de los problemas regionales, a falta de lo cual no esperan avances. De hecho, Washington ha reiterado estos días que no abrirá contactos bilaterales con Teherán y Damasco, a menos que cambien radicalmente sus políticas, algo poco previsible en lo inmediato.

Existe otra importante fractura. Los árabes chiítas, que constituyen la mayoría de la población y tienen el mayor grupo parlamentario, temen que sus vecinos sunnitas –y la mayoría de los países árabes y/o islámicos lo son– utilicen la conferencia para extraerles concesiones para la minoría sunnita de Irak, a la que suele asociarse con el régimen de Saddam Hussein y que por ello ha salido peor parada en el nuevo arreglo político.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12

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