El mayor logro fue haber desplazado a López Obrador de las tapas de los diarios. Para ganar consenso, profundizó su alianza con las Fuerzas Armadas. Pese a que millones lo consideran “ilegítimo”, el presidente de México logró empezar a construir capital político propio.
› Por Gerardo Albarrán de Alba
Desde México, D. F.
Felipe Calderón ya cumplió cien días como presidente de México, y aunque millones lo consideran “espurio” y sólo reconocen a Andrés Manuel López Obrador como “presidente legítimo”, para el mandatario de derecha las cosas van bien. “A pesar de las mezquindades y los malos augurios, estamos trabajando intensamente por México para que tenga un rumbo claro, y avanzamos a paso firme y con pasión por nuestro país”, dijo el sábado pasado en Chiapas, territorio del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Sin embargo, la víspera fue alcanzada por la realidad: una marcha de al menos 200 mil trabajadores que colmaron el Zócalo de la Ciudad de México para reclamar por un aumento salarial de emergencia y la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) volvió a tomar las calles para exigir la devolución de escuelas a la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y reiterar su demanda para que salga del poder el gobernador Ulises Ruiz.
En un autoimpuesto balance de las acciones de gobierno a lo largo de apenas tres meses y diez días al frente del Ejecutivo federal, Calderón pretendió entregar buenas cuentas sobre las 100 promesas de campaña que ofreció cumplir en igual número de días, aunque al final sólo resaltaron sus carencias. El 20 de junio del año pasado, Calderón prometió cumplir un programa de cien acciones durante sus primeros 100 días en esta administración, en rubros como Estado de derecho y seguridad pública, economía competitiva y generadora de empleos, igualdad de oportunidades, desarrollo sustentable y democracia efectiva y política exterior responsable. En realidad, desde el 1º de diciembre, lo que hizo es anunciar programas para los que no existen recursos ni infraestructura.
A contrapelo, una de las pocas cosas que sí hizo es emplear al ejército y a la armada en la lucha contra el narcotráfico, que no pasó de una estrategia mediática: 10 actos públicos con los altos mandos en 100 días. Manchado de origen por la severa sospecha de fraude electoral para encaramarlo en la presidencia de la República, Calderón se montó en las Fuerzas Armadas para obtener la legitimidad que más de la mitad de la población le regatea.
Luego de aumentar 46 por ciento el salario y los haberes a los miembros del ejército, armada y fuerza aérea mexicana, Calderón los metió de lleno en una pelea contra el crimen organizado, para lo cual unificó el mando de las policías federales e inició operativos en ocho estados del país. El resultado: la extradición sumaria a Estados Unidos de quince capos del narcotráfico, la quema y destrucción de plantíos y algunos golpes al narcomenudeo. Pero las estructuras de las mafias se mantienen intactas y mantienen una pelea encarnizada por el control de las plazas, sin que la presencia militar inhiba sus propios enfrentamientos. Las ejecuciones siguen como en los peores días de vacío de poder con Vicente Fox.
En la economía, poco o nada logró Calderón, fuera de ampliar programas que ya existían, anunciar otros para los que no hay recursos y hacer explícita su disposición a abrir al capital privado las industrias petrolera y eléctrica nacionales, amén de prestarse para aparentar ser un líder latinoamericano capaz de contrarrestar el efecto Chávez en el hemisferio, para complacencia de Estados Unidos.
Por el lado político, más allá de ser perseguido por todo el país por ciudadanos que le gritan “¡espurio!” en su propia cara, Calderón fue torpedeado por el presidente de su partido y por el ex presidente Vicente Fox, mediante discursos que minan su de por sí escasa autoridad. Hace un par de semanas, el ex secretario de Gobernación, el ultraconservador Carlos Abascal, reveló que para el PAN Calderón había sido un buen candidato a la Presidencia, pero “no el mejor” que habrían podido postular. Y es que la lucha por la Presidencia en el año 2012 ya empezó y el PAN se la quiere ganar al propio Calderón.
En resumen, a más de cien días de tratar de gobernar, el único balance positivo para Calderón es que logró sacar a López Obrador de las primeras planas de los diarios, como estrategia para empezar a construir capital político. Con acciones efectistas y discursos en los que dice exactamente lo que diversos sectores quieren oír, Calderón aprovecha la fresca memoria del autismo que caracterizó los seis años de administración de Vicente Fox para aparentar que el país tiene un conductor. Lo que aún no se sabe es dónde va a acabar el país.
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