Pyongyang se retiró de las negociaciones en Pekín para desmantelar su programa nuclear.
Las negociaciones entre Corea del Norte y Estados Unidos tuvieron un final abrupto ayer. Los enviados de Washington sostuvieron que se debió a un problema técnico y que las conversaciones se retomarán en cuestión de días. Desde el lado de Pyongyang, en cambio, no hubo declaraciones. Su representante y vicecanciller, Kim Kye Gwan, sonrió ante las cámaras que lo esperaban en Pekín, sede elegida para la negociación multilateral, y se dirigió al aeropuerto y volvió a su país. El delegado chino y principal mediador en este proceso, Wu Dawei, intentó bajarle el tono por el asiento vacío que dejó su par norcoreano. “Las partes acordaron entrar en un receso y reanudarán las negociaciones pronto con el fin de continuar analizando y elaborando un plan de acción para la próxima etapa”, señaló.
Esta nueva ronda de negociaciones, que empezó hace una semana, es la primera desde el acuerdo firmado el 13 de febrero pasado para suspender el programa nuclear norcoreano a cambio de ayuda económica. El acuerdo incluye, además de Corea del Norte, a cinco países con intereses en la región: Estados Unidos, China, Japón, Rusia y Corea del Sur.
La negociación tuvo dificultades desde el comienzo. Pyongyang sostuvo desde un primer momento que no discutiría ninguno de los puntos sobre su programa nuclear hasta que Estados Unidos cumpliera con la preacordada condición de descongelar 25 millones de dólares norcoreanos y transferirlos desde un banco de Macao, donde se encuentran, al Banco de China. El gobierno estadounidense sostiene que ya descongeló los fondos, pero lo cierto es que el dinero sigue en el banco de Macao.
Según el delegado surcoreano, Chun Yung Woo, y el ruso, Alexander Losyukov, el problema es que el gobierno chino no quiso aceptar que el Banco de China recibiera el giro porque Estados Unidos se negó a garantizarle que no le impondría sanciones financieras por recibir fondos relacionados con el lavado de dinero, o que no enfrentaría una “actitud negativa” de la comunidad bancaria internacional. Pero, como si la situación no fuera lo suficientemente confusa, la vicepresidenta del banco, Li Lihui, aseguró ayer que por ahora el gobierno ni siquiera le pidió que analice la posible transferencia de los 25 millones de dólares.
Para Losyukov, todo este conflicto fue iniciado por el gobierno estadounidense. Washington había decidido dos años atrás congelar los fondos norcoreanos depositados en el Banco Delta Asia (BDA) de Macao por considerar que provenían del lavado de dinero. Sin embargo, y como parte del acuerdo de febrero pasado, la Casa Blanca había aceptado liberar este dinero, a pesar de su origen.
En líneas generales, el acuerdo alcanzado por los seis países, pero que tuvo como claros protagonistas a Pekín, Washington y Pyongyang, proponía cerrar en un plazo de 60 días el reactor nuclear de Yongbyon y readmitir a inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA). A cambio de esto, el régimen comunista recibiría ayuda energética de los seis países firmantes, la normalización de sus relaciones con la comunidad internacional y el levantamiento de las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos, entre ellas, los 25 millones de dólares congelados.
La desconfianza que tiene el gobierno chino hacia la administración Bush descarriló la negociación. No es un problema imposible y, por eso, todos los delegados –excepto el norcoreano que prefirió el rol de ofendido– se mostraban ayer optimistas de que el traspié sería superado en pocos días.
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