EL MUNDO › POR ASISTIR SIN PERMISO A UNA REUNION EN CUBA
› Por Pablo Ortiz
Desde Cochabamba
Cuba se ha convertido en un destino maldito para los altos funcionarios del gobierno boliviano. Ayer, el presidente Evo Morales echó a Guillermo Dalence del Ministerio de Minería por asistir, sin permiso, a una reunión de ministros del área de Cuba, Venezuela y Nicaragua, entre el 16 y 22 de marzo. La semana pasada, el mandatario había destituido a Manuel Morales Olivera de la presidencia de la estatal petrolera boliviana, luego de ser vapuleado por el Congreso por irregularidades cometidas en la firma de los nuevos contratos petroleros, pero también por la aparición de unas fotografías de un seminario sobre petróleo en la isla, en la que se lo mostraba más veces con un vaso de ron que con un libro.
Poco después del mediodía de ayer y cuando las cadenas de televisión están iniciando sus noticieros, Morales presentó a Luis Alberto Echazú como nuevo titular de la cartera. Hasta ayer se desempeñaba como el primer colaborador de Dalence y hoy promete continuar con la labor realizada por su antecesor. Dalence reemplazó en el cargo a Walter Villaroel en octubre del año pasado. Su antecesor no logró pacificar Huanuni y el enfrentamiento entre mineros cooperativistas y asalariados se cobró 17 vidas. Morales acusó a Villaroel de haberse parcializado con el sector cooperativista, del que era presidente hasta enero de 2006.
Desde el principio, a Dalence le tocó bailar con la más fea. Primero tuvo que ponerle el cuerpo al desastre y apresurar la refundación de la Corporación Minera de Bolivia, empresa estatal que controlará la explotación e industrialización de la minería en el país andino, para controlar el centro minero de Huanuni y absorber a más de 3000 obreros cooperativistas que trabajaban en uno de los yacimientos de estaño más ricos del mundo.
Luego trató de poner en orden los yacimientos de oro del oriente boliviano (Santa Cruz y Pando), que son explotados sin control, con tecnología de alto impacto ambiental y que no dejan mayores recursos para el Estado, e intervino en la licitación de los yacimientos de hierro de Mutún, un negocio que le dará a Bolivia más de 200 millones de dólares anuales a partir de 2012 y que obligará a la empresa india Jindal a invertir más de 2000 millones de dólares en cinco años. También intervino en la elaboración del nuevo código minero boliviano, que eleva los impuestos y las regalías a las empresas que explotan los minerales en Bolivia y que exportan más de 1000 millones de dólares anuales. De ello, sólo el tres por ciento les llega a las arcas del gobierno. Ya en febrero de este año, fue el principal ideólogo de la nacionalización de la fundidora de Vinto, que fue comprada por inversores suizos al ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada.
Es por eso que los rumores sobre la destitución de Dalence que salían del palacio Quemado la tarde del martes eran poco creíbles. Era impensable que Morales se decidiera por echar a uno de sus mejores colaboradores, pero la molestia del presidente por el viaje de su ministro era evidente. Desde el centro del poder en Bolivia se dice que Morales recriminó de forma poco cortés a Dalence, lo que ocasionó la renuncia de éste.
Ahora Echazú no tendrá tiempo para festejar ni con una cena familiar. Como regalo de posesión, un grupo de campesinos tomó la mina Turquí en Potosí y tiene a 25 mineros de rehenes, reclamando mejoras a su comunidad. Luego de ocuparse de lo urgente, le espera el final de la negociación del contrato con Jindal por Mutún y la reestructuración de la fundición de Vinto.
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