El líder del Frente Nacional, a sus casi 80 años, busca repuntar en los sondeos, que lo ubican cuarto para las presidenciales del próximo abril en Francia. El partido es racista y xenófobo, pero defiende a los pigmeos de Africa, amenazados por la deforestación.
› Por Eduardo Febbro
Desde París
A sus ya casi 80 años, el hombre no ha perdido ni un gramo de su vigor, ni de la virulencia de su verbo, ni de su presencia escénica, ni de su poderosa capacidad para envenenar el tejido de la democracia y captar electores. Jean Marie Le Pen, el jefe del partido de la extrema derecha francesa Frente Nacional, encara su quinta campaña electoral como si fuera la primera. La única diferencia entre las últimas y esta radica en que los sondeos lo han puesto un peldaño más abajo, en cuarto lugar. Después de las cimas alcanzadas en 2002, cuando disputó la segunda vuelta de las elecciones presidenciales con el actual presidente Jacques Chirac, Le Pen parecía haber alcanzado el cielo, lo máximo a lo que podía aspirar el representante de una ideología racista, discriminatoria, antisemita, antieuropea y cuya historia está manchada con los crímenes más nauseabundos cometidos en el Viejo Continente.
Sin embargo, la adhesión electoral se mantuvo estable. Le Pen era siempre el tercer hombre. Pero ahora, según las encuestas, lo desplazó un candidato centrista, François Bayrou, de quien Le Pen dice que se compró un tractor a propósito para ganarse el voto rural que con tanta constancia vota en las urnas de la extrema derecha.
En tantas décadas de trayectoria política, Le Pen supo sumar electores y alianzas de lo más incongruentes. Las clases populares, los “petits gens”, se trasladaron de las banderas rojas del comunismo a sus salas abarrotadas de banderas y cantos patrióticos. Le Pen expandió su mensaje no sólo a la población, sino también a cada partido político: comunistas, socialistas, derecha y liberales centristas se alinearon, con más o menos hipocresía, con sus ideas sobre los inmigrantes, la inmigración ilegal, los flujos inmigratorios, el y lo extranjero.
Sus últimas adquisiciones son perlas marinas. Alain Soral, un historiador antaño marxista, hoy convertido en consejero especial de Le Pen. Y un famoso humorista de origen camerunés, Dieudonné, un cómico talentoso y antisemita que le ha ofrecido a Le Pen una coartada para defenderse de las acusaciones de racismo: la defensa de los pigmeos de Africa, amenazados por la deforestación. A esa cruzada se ha sumado Jany Le Pen, la esposa de Jean Marie. Los dos, la mujer y Dieudonné, intervienen públicamente en defensa de los pigmeos. El cómico dice: “Dentro de tres o cuatro años ya no estarán más acá”. A pesar de que la mujer de Le Pen participa en los actos junto al humorista, el hombre se defiende de toda vinculación con la extrema derecha y asegura que determinará su voto en función de lo que los candidatos propongan para salvar a los pigmeos. El argumento es por demás cínico. Dieudonné frecuenta asiduamente los salones y los aviones de la extrema derecha desde hace unos cuantos años.
Los lepenistas encontraron en la militancia a favor de los pigmeos un buen escudo, y así lo explicó al diario Libération Michel Dubois, director de las manifestaciones nacionales del Frente Nacional: “Es cierto que no iríamos a manifestar por los indocumentados. La gente piensa que somos un partido xenófobo y racista, pero nosotros vamos a ayudar al exterior a quienes viven en una gran miseria y cuya suerte no encuentra sino una indiferencia total. Todos los responsables políticos estaban al corriente de la iniciativa de Dieudonné, pero fuimos los únicos que respondimos favorablemente”. En el mismo diario, Soral, el consejero de Le Pen, agrega: “¿Usted cree que Nicolas Sarkozy se mostrará sensible a la suerte de los pigmeos, de quienes es muy cercano debido a su estatura?, –el candidato oficialista es en efecto de estatura modesta–.
La esposa del patrón de la extrema derecha y el cómico Dieudonné efectuaron juntos un viaje a Camerún con objetivos humanitarios: entrega de ayuda y visita a una tribu de pigmeos. ¿Quién dijo que el Frente Nacional era un partido racista? En su periplo camerunés, Jany Le Pen llevaba puesta una camiseta con las siglas del LPDR, el Partido Liberal Demócrata de Rusia, fundado por el ultranacionalista ruso Vladimir Jirinovski. Todo vale en una campaña electoral en donde las cifras del desempleo son falsas; las cifras del Ministerio de Interior, un maquillaje de la realidad de la violencia; las tasas de inflación, un cuento de hadas, y los sondeos de opinión, una fórmula que cada consultora arregla según su método y sus clientes. Todo vale, por ejemplo el argumento según el cual se puede pasar del marxismo a la extrema derecha. Alain Soral explica: “No he renunciado al marxismo. Con el Frente Nacional hay una convergencia histórica en torno de la idea de la Nación. De hecho, soy un nacional republicano de izquierda que se unió a los nacional republicanos de derecha”. Entre defensa de los pigmeos y cruzada contra los extranjeros, Le Pen anima su quinta campaña con la confesada ambición de ganar la presidencia y aunar una “mayoría lepenista” para gobernar. El próximo 15 de abril el cómico lepenista traerá a París a siete pigmeos de Africa para presentarlos a la clase política y a la opinión. La compasión pública como instrumento para llenar las urnas.
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