Mar 30.07.2002

EL MUNDO

“No logré la paz, pero sí logré fortalecer militarmente al país”

El presidente colombiano hace el balance de su gobierno. Una joven murió por la explosión de una granada en el centro de Bogotá.

Por Daniela Creamer *
Desde Quito

“Cuando uno ya está a pocas horas de culminar su gobierno, cuando uno se sienta consigo mismo y con su conciencia, lo importante es tener la tranquilidad y la satisfacción del deber cumplido, y eso es lo que yo tengo”, afirma Andrés Pastrana a pocos días de ceder la presidencia de Colombia a Alvaro Uribe. “Estoy seguro de que la historia nos va a reconocer nuestra labor, realizada con toda nuestra buena fe, porque si algo caracterizó a mi gobierno fue precisamente eso, la buena fe.” Pastrana conversó con este diario en Quito, donde participó la semana pasada en una cumbre de presidentes sudamericanos, su última aparición internacional como presidente de Colombia. Ayer, una granada mató a una adolescente en una zona céntrica comercial de Bogotá. Las autoridades acusaron a las FARC.
–¿Se siente frustrado por el fracaso en el proceso de paz durante su gobierno?
–Claro que existe la frustración de no haber logrado la paz. Ese era el anhelo, no sólo de Andrés Pastrana, sino de todos los colombianos. Pero yo tengo una percepción distinta de lo que fue nuestro proceso de paz. Más que un fracaso, fueron muchas las cosas positivas que logramos obtener. En primera instancia, ganamos la batalla más importante en los últimos años: la batalla política. Y la ganamos nacional e internacionalmente. Hoy las FARC tienen el uno por ciento de popularidad en Colombia. Están en la lista de terroristas de los Estados Unidos y de la Unión Europea. En segunda instancia, logramos conformar una agenda común. Por primera vez los colombianos nos pusimos de acuerdo, y en ella participaron las FARC, el gobierno, los sindicatos, el sector privado, la Iglesia, los partidos políticos. En tercera instancia, la legitimación del Estado, también internacionalmente. Yo sigo creyendo en la solución política negociada. Creo que ese es el único camino hacia la paz.
–¿Cómo piensa manejar la renuncia de más de un centenar de alcaldes, atemorizados por las amenazas de las FARC?
–Lo que me preocupa es que se conozcan sólo las noticias negativas y no las positivas sobre el tema. He ido a sitios de verdadero conflicto, como el caso del Putumayo o del Casanare, donde los alcaldes están amenazados por la guerrilla y, sin embargo, han asegurado que no renunciarán. Han respaldado al gobierno. ¿Qué hemos hecho nosotros? Hemos generado mecanismos, como planes especiales de protección para ellos y su familia, brindándoles mayor seguridad. Hemos creado consejos de seguridad permanentes en las regiones más afectadas y en todas ellas hemos constatado los buenos propósitos de los alcaldes, que afirman: “A nosotros nos envió el pueblo, pues nos vamos a quedar. No nos vamos a ir porque un grupo insurgente esté al margen de la ley”. Trabajamos sin descanso también en cuanto a los secuestros, pero en Colombia somos muy desmemoriados. Hemos liberado a más de 50 soldados y policías que estaban en poder de las FARC. Y hoy estamos recuperando al año cerca de 700 a 900 ciudadanos nacionales y extranjeros secuestrados.
–El presidente estadounidense George W. Bush quiere que personas comunes trabajen como confidentes del gobierno para combatir el terrorismo. ¿Cree que esto podría implementarse también en su país?
–El problema es distinto. Hace algunos años, en Colombia, se hizo el experimento con la población civil trabajando como colaboradores de las entidades. Pero esto atrajo consigo muchos asesinatos. Lo que está funcionando en este momento, y creo que es lo que tenemos que impulsar, es el tema de las recompensas por la información. Estamos hablando de dos millones de dólares por los cabezas, de un millón por jefe de bloque, 500.000 por los jefes de frente. Y está comenzando a dar resultados, con la tranquilidad de que cuentan con nuestra protección ellos y sus familias, e inclusive con la posibilidad de llevarlos fuera del país.
–El narcotráfico ha contribuido al deterioro de la imagen internacional del emigrante colombiano. ¿Qué sugiere usted para contrarrestar esto?
–En estos cuatro años hemos trabajado mucho en el tema con la denominada “diplomacia por la paz”. Y creo que ha dado buen resultado. Más que seguir en el juego de apuntar con el dedo acusador a los consumidores o productores, lo que hemos hecho es unir esfuerzos a nivel mundial para combatir ese gran enemigo común que es el narcoterrorismo.
–¿Qué piensa sobre la política de su sucesor, Alvaro Uribe, quien ha anunciado el fortalecimiento militar para pacificar el país?
–El fortalecimiento militar ya se dio en mi gobierno. Nunca antes en la historia de Colombia se habían fortalecido tanto nuestras fuerzas militares como en estos cuatro años, con un elemento adicional: los Estados Unidos autorizaron hace unos días el uso del equipo que tenía restricciones contra el narcotráfico, las insurgencias y las autodefensas. Yo siempre afirmé que durante mi gobierno no habría intervención militar en Colombia, viniera de donde viniera.
–¿Cómo vislumbra usted el futuro de Colombia?
–Creo que entregamos un país distinto al que recibimos en 1998. Si miramos las cifras económicas, a pesar de las dificultades que hemos tenido, vemos que hemos logrado bajar las tasas de interés a niveles muy importantes, los más bajos en las ultimas décadas, al igual que la inflación. Y en buena parte el presidente electo ha querido continuar muchas de nuestras políticas. En otras, lógicamente habrá ajustes, pero creo que en ello hay un reconocimiento importante de la labor que hemos hecho.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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