Si éste es el resultado de un mea culpa, lo que sería si diera signos de soberbia. Diversos sectores políticos peruanos salieron a comerse vivo al presidente Alejandro Toledo, que el fin de semana, en un reconocimiento de errores, anunció que hará un giro en su gobierno luego de la renuncia de sus dos figuras principales: el ministro de Economía, Pedro Pablo Kuczynski, y el premier Roberto Dañino. Parece que despedir al ala neoliberal de su gobierno no le asegura la lealtad del arco político peruano: desde los ex presidentes Alan García y Valentín Paniagua, la jefa del partido Unidad Nacional, Lourdes Flores Nano, hasta dirigentes sindicales, todos criticaron la “falta de plan” del actual gobierno.
Alan García dijo que Toledo “ha demostrado que no tiene programa político” y que mantiene una posición distinta de las demandas ciudadanas para que cambie su política económica. El ex presidente reiteró así su posición de exigir que Toledo produzca cambios importantes en momentos que el país atraviesa por un serio problema de “confianza y credibilidad”. Por su parte, Paniagua dijo que en el mensaje del presidente, en ocasión de haber cumplido un año en el poder, no hay definiciones de puntos clave para que el país “pueda salir del atolladero en que se encuentra”. Lourdes Flores Nano declaró que el gobierno “carece de norte”. El titular del opositor Partido Popular Cristiano (PPC), el congresista Antero Flores-Aráoz, consideró que, en su discurso, “Toledo empeñó una larga lista de ofrecimientos populistas que no puede cumplir”.
El máximo líder empresarial peruano, Julio Favre, se quejó del tardío reconocimiento de la situación económica peruana: “Le reclamo a Kuczynski que aclare por qué se le informó al país que la situación económica era manejable”. El presidente de la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), Mario Huamán, dijo que el mensaje “estuvo lleno de generalidades”. Las encuestas de opinión pública de muchas empresas privadas le otorgan a Toledo un escaso nivel de popularidad –no supera el 15 por ciento–, el 74 por ciento en promedio de desaprobación de su gobierno, y el fantasma de De la Rúa acechándolo.