EL MUNDO › PIDIO POR EL TRATADO DE LIBRE COMERCIO Y EL PLAN COLOMBIA
El mandatario colombiano tiene el apoyo de Bush, pero enfrenta la oposición del Partido Demócrata, que no quiere tratados bilaterales.
› Por María Laura Carpineta
Alvaro Uribe no dejará ni una puerta sin tocar en su gira de tres días que comenzó ayer en Washington. El presidente colombiano está determinado a convencer a la Casa Blanca, al Capitolio y a las organizaciones sociales y sindicales estadounidenses de la necesidad estratégica de apoyar a su país, tanto en el plano militar como en el comercial. Sus dos principales objetivos son destrabar la entrega de fondos para la lucha contra el narcotráfico, más conocida como el Plan Colombia, y conseguir el apoyo de los legisladores demócratas para aprobar el tratado de libre comercio (TLC), que las dos naciones firmaron en noviembre pasado. Pero el mandatario colombiano tendrá que demostrarle a la oposición estadounidense que ni él ni su gobierno ayudaron a los paramilitares, una organización a la que Washington califica como terrorista. “Quizá tenga que pedir disculpas por errores, pero nunca por crímenes”, se defendió ayer.
El mes pasado, el presidente del Comité de Asuntos Judiciales del Senado estadounidense, Patrick Leahy, ordenó el congelamiento simbólico de una partida de 55 millones de dólares para Colombia como prueba de desconfianza por la política de derechos humanos del gobierno de Uribe. El Plan Colombia fue originalmente una idea de Bill Clinton y hasta ahora siempre había contado con el apoyo del Partido Demócrata. Sin embargo, este apoyo estaría tambaleando por la estrecha relación entre el presidente George Bush y Uribe, y especialmente por las crecientes denuncias sobre los posibles vínculos que habría mantenido el mandatario colombiano con los jefes paramilitares cuando era gobernador de Antioquia. A esta situación de desconfianza se suma la reticencia de los demócratas a los tratados bilaterales. Por eso desde hace varios meses, el Capitolio tiene trabada la aprobación de tres TLC con países latinoamericanos: Colombia, Perú y Panamá. Casualmente, a estos países viajará el segundo del Departamento de Estado, John Negroponte, en su primera gira internacional, la semana próxima. El ex zar de la inteligencia también visitará Ecuador, aunque el Departamento de Estado no quiso detallar por qué se eligió esta cuarta parada.
Pero ayer los ojos de Washington estaban puestos en la situación colombiana. En su primer día en la capital estadounidense Uribe tuvo una agenda muy cargada. Comenzó con una reunión con el máximo representante del Departamento de Estado para América latina, Tom Shannon, y luego con un encuentro con Bush en la Casa Blanca. El mandatario estadounidense remarcó que el TLC con Colombia tiene una importancia no sólo comercial, sino también política. “Es muy importante para nuestro país estar junto a democracias que protegen los derechos humanos y la dignidad humana”, aseguró. “Por eso, estos acuerdos son sólo más votaciones sobre comercio. Son señales a América del Sur de que estamos junto a las naciones que tienen voluntad de tomar serias decisiones en nombre del pueblo”, agregó Bush.
Pero esas palabras pronto fueron puestas en duda. Alrededor de un centenar de manifestantes se había instalado frente al edificio donde el presidente colombiano se disponía a dar una conferencia de prensa. “Asesino”, le gritaban familiares de víctimas colombianas y defensores de derechos humanos estadounidenses. Incómodo ante la protesta, Uribe salió a la calle y les propuso que algunos ingresaran con él para hacer un debate ante las cámaras. Pero el clima estaba demasiado caliente y los jóvenes siguieron gritando. “Señor Uribe, la herencia que usted deja en nuestros pueblos son nuestros padres muertos”, aseguró un hombre de 28 años que mostraba la foto de su padre, uno de los cientos de líderes sindicales colombianos asesinados por los paramilitares. Las voces se multiplicaron hasta que Uribe decidió meterse de nuevo en el edificio.
Una vez adentro, Uribe repitió su ya tradicional discurso. Recordó que bajo sus mandatos cerca de treinta mil paramilitares y nueve mil guerrilleros se desmovilizaron. Además, destacó las negociaciones con la segunda guerrilla más importante del país, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), que según afirmaba ayer su gobierno desde Bogotá, estaría a un paso de dejar de existir. “El país empieza ahora a disfrutar de la paz”, aseguró Uribe, mientras se seguían escuchando los gritos y los insultos que venían de la calle.
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