EL MUNDO › DOSCIENTAS MIL PERSONAS PIDIERON LA RENUNCIA DEL PREMIER ISRAELI
Un día después de que la canciller le pidiera la renuncia a Olmert en una reunión de gabinete, miles de israelíes hicieron lo mismo en la calle.
Cerca de 200 mil personas pidieron ayer la renuncia del primer ministro israelí Ehud Olmert en el centro de Tel Aviv. A pesar de que el mandatario había logrado ayer callar los cuestionamientos de su propio partido, Kadima, la multitudinaria protesta demostró que su situación política sigue siendo muy débil. Ni el premier ni su ministro de Defensa, el laborista Amir Peretz, han logrado superar las críticas del informe sobre los errores de la última guerra contra la milicia libanesa Hezbolá, difundido el lunes pasado. El Likud comenzó ayer, aunque indirectamente, a pedir elecciones anticipadas y el Laborismo ya anunció que la semana próxima discutirá si continúa o no en el gobierno.
“¡Fracasaron! ¡Regresen a sus casas!”, se leía en una gran pancarta en el acto convocado ayer por reservistas del ejército, familiares de los soldados muertos durante el conflicto y organizaciones sociales y de izquierda. “Dimisión”, fue el grito bajo el cual se unieron en la plaza Yitzhak Rabin decenas de miles de israelíes que no compartían ni ideología ni religión ni raza. “Esta es una oportunidad para que el pueblo saque tarjeta roja para decir a Ehud Olmert y a Amir Peretz que se vayan de la cancha”, aseguró Uzi Dayan, uno de los organizadores de la protesta. “Hay momentos en la historia en que el pueblo debe decir: ¡Ya basta!”, agregó.
Sin embargo, Olmert y Peretz están decididos a aferrarse a sus cargos. Tal Silberstein, el asesor de estrategia del primer ministro, adelantó que Olmert está lejos de tomar ninguna decisión drástica. “El primer ministro no puede actuar en función de los sondeos o de manifestaciones. En una democracia, la decisión corresponde al Parlamento electo”, señaló, haciendo referencia a las últimas encuestas, que aseguran que buena parte de los israelíes quieren que el premier dimita. No sólo no se irá, sino que Olmert decidió ayer contraatacar. El mandatario logró que la popular canciller Tzipi Livni quedara prácticamente aislada, después de que sólo dos diputados de Kadima apoyaran su propuesta para que Olmert dejara el poder. Los medios israelíes aseguraban ayer que el premier estaría analizando la posibilidad de remover de su cargo a la canciller.
Semanas después de la guerra, muchos de estos grupos habían intentado convocar a marchas multitudinarias en contra del gobierno y de su conducción del conflicto bélico. Sin embargo, sólo habían conseguido reunir a algunos cientos de personas. Las imágenes del centro de Tel Aviv de ayer demostraron que la situación ahora es otra. Mientras en las calles se vivía un clima tenso, en el Parlamento la escena era similar. “El momento de la verdad llegó para el Estado de Israel. Hay que superar el principal fracaso: la falta de una dirección capacitada para tomar medidas difíciles y aplicarlas”, aseguró el jefe del opositor Likud, Benjamin Netanyahu, en el primer debate del Legislativo sobre el informe de la comisión Winograd.
El ex primer ministro Netanyahu también planteó la posibilidad de adelantar las elecciones. “¿Qué es lo que quiere el pueblo? Un liderazgo que nos devuelva la esperanza. Regresemos a él para recuperar la confianza”, aseguró el líder de la derecha israelí. Los últimos sondeos de opinión sostienen que si los comicios fueran hoy el Likud sería la fuerza política más votada. “Llegó la hora de recuperar el honor nacional y el poder de disuasión de nuestras Fuerzas Armadas”, aseguró ayer Netanyahu, que aprovechó las críticas a la conducción militar de Olmert para reforzar su discurso nacionalista y militarista.
La débil situación del premier también se demuestra en las dudas de sus aliados. El Partido Laborista, la segunda fuerza del gobierno de coalición, anunció ayer que el próximo domingo 13 decidirá si retirará a sus ministros del gobierno. Mientras tanto, algunos laboristas siguen presionando para conseguir la dimisión de su correligionario, el ministro de Defensa Amir Peretz. “Peretz tiene que asumir responsabilidades y no se puede quedar en el gobierno,” aseguró ayer el diputado y ex ministro Ofir Pines-Paz.
Para Pines-Paz el informe de la comisión Winograd demostró claramente los errores del gobierno israelí y el fracaso en los principales objetivos que se planteó cuando Olmert, Peretz y el ex jefe del Estado Mayor Dan Halutz decidieron atacar el sur libanés. Según el informe, Tel Aviv no consiguió ni recuperar a los soldados secuestrados ni destruir a la milicia chiíta libanesa Hezbolá. Además, sostuvieron los miembros de la comisión investigadora, faltó una estrategia coherente y planes militares claros.
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