En medio de su gira de despedida, el primer ministro británico Tony Blair hizo una parada sorpresa en Irak. La invasión y el posterior derrocamiento del ex presidente Saddam Hu-ssein son las decisiones más cuestionadas de su gobierno y el mandatario quería defenderlas antes de dejar el poder, el próximo 27 de junio. “Irak fue liberado de la terrible dictadura de Saddam y ahora hay intentos de opresión de distinta índole, con terrorismo y violencia”, se atajó el premier ante los críticas por la falta de seguridad que existe en Bagdad y en otras partes del país. Mientras Blair hablaba, proyectiles de mortero caían en la Zona Verde, la más protegida de la capital, y en los cuarteles británicos en Basora, los más grandes que mantienen las fuerzas inglesas en Irak.

Además, varios atentados dejaron cerca de 30 muertos y decenas de heridos. Como ya es costumbre, la mayoría de los ataques se concentraron en la capital, en donde actualmente se registra el mayor despliegue de fuerzas estadounidenses. Pero de poco está sirviendo esa militarización de Bagdad. Ayer un coche bomba se estrelló en medio de un mercado público en un barrio del oeste. Además, los cadáveres tirados en las calles o al costado de las rutas no les dan tregua a los policías. En Bagdad ayer se encontraron los cuerpos de 25 personas que habían sido torturadas.

El otro peligro que la nueva estrategia de la Casa Blanca no ha podido evitar es el asesinato de soldados y contratistas estadounidenses. Durante los últimos dos días, ocho militares norteamericanos murieron en diferentes combates, confirmando la tendencia de que este mes será uno de los más sangrientos para las fuerzas dirigidas por el Pentágono. En cuanto a los contratistas civiles, el diario estadounidense The New York Times difundió cifras del Departamento de Estado que demuestran que el número de muertos no para de crecer. En total, casi mil contratistas fueron asesinados y más de 12 mil resultaron heridos en Irak desde la invasión de marzo de 2003. Sólo en el primer trimestre de este año 146 murieron en atentados, secuestros o al quedar en medio de combates.