La renuncia del ministro de Minas y Energía brasileño, Silas Rondeau, desató una lucha de poder dentro de la coalición que apoya el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva. Ayer, en Brasilia, no corrían más que rumores. Algunos medios aseguraban que el cargo, uno de los más estratégicos y con mayor partida presupuestaria, seguiría en manos del aliado Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB). Sin embargo, los dirigentes de esta fuerza de centroderecha temían que el presidente priorizara a algún hombre cercano a la jefa de gabinete, Dilma Rousseff, por ejemplo al viceministro de la cartera, que asumió el cargo de forma interina, el petista Nelson Hubner.

La tensión ayer no se limitaba sólo al Palacio del Planalto, sino que algunos de los 513 diputados nacionales se habían contagiado. Después de las detenciones de funcionarios y empresarios del jueves pasado, los medios habían comenzado a asegurar que la Policía Federal tendría una segunda lista de sospechosos, compuesta mayoritariamente por legisladores. La propia policía advirtió ayer que en los próximos días podría lanzar la segunda parte de la Operación Navaja, que la semana pasada sacó a la luz el esquema de sobornos y licitaciones fraudulentas y dejó 48 detenidos, de los cuales sólo 21 seguían ayer tras las rejas. Respondiendo a los temores de los diputados, el presidente de la Cámara baja, el petista Arnildo Chinaglia, le pidió a la Justicia el expediente de la investigación.

Pero mientras se confirme o no la existencia de esa lista, la lupa está puesta sobre el gobierno nacional y sobre el futuro reemplazante de Rondeau. El Ministerio de Minas y Energía es una de las carteras más importantes. No sólo controla todas las empresas energéticas y de recursos naturales con mayoría accionaria, como el gigante Petrobras, sino que además manejará el 55 por ciento de la partida presupuestaria destinada al Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC). Este megaproyecto de inversiones para obras públicas prevé un gasto de 234 mil millones de dólares hasta el fin del mandato en 2010.

Tan importante es este cargo, tanto a nivel nacional como internacional, que Lula no tuvo mucho tiempo para meditar el alejamiento de su ministro. Pero la elección de su reemplazo tomará más tiempo. La oposición pidió celeridad y advirtió sobre el peligro que significaría frenar las obras en el sector energético, que representan unos 39 mil millones de dólares del presupuesto del PAC. El PMDB, ansioso por retener la cartera, ya le dio algunos nombres a Lula: José Antonio Muniz y Astrogildo Quental. El primero es un ex directivo de la empresa estatal Electronorte y el segundo todavía ocupa un puesto en la cúpula de la compañía. Como Rondeau, llegan recomendados por el caudillo del PMDB, dos hombres del ex presidente y actual senador, José Sarney.

A pesar de la iniciativa de sus aliados, Lula quiere tomarse un tiempo antes de tomar una decisión. Los hombres cercanos al presidente destacaban ayer que Rondeau combinaba una relación fluida con el PMDB y con la jefa de gabinete y ex titular de Energía, Dilma Rousseff. Como si estos requisitos no fueran suficientes, Lula deberá sumar ahora una imagen de técnico, alejada de la vieja política.