EL MUNDO
Nada mejor que irse de vacaciones con la derecha bien proscripta
El gobierno francés proscribió a Unidad Radical, el grupo neonazi al que pertenece el joven que intentó matar a Chirac. También se canceló una reunión del Frente Nacional en Annecy.
› Por Eduardo Febbro
El gobierno francés de Jean-Pierre Raffarin se fue de vacaciones, pero antes de partir tomó una decisión más que simbólica al prohibir la existencia del grupúsculo de extrema derecha Unidad Radical al cual pertenece Maxime Brunerie, el hombre que intentó asesinar al presidente francés Jacques Chirac el pasado 14 de julio. En nombre de la “protección del orden y la paz públicos”, el ministro de Interior Nicolas Sarkozy asumió una decisión que, para muchos observadores locales, dista de garantizar la desaparición de esos movimientos xenófobos y violentos. Además, el alcalde de la ciudad de Annecy, el conservador Bernard Bosson, prohibió a último momento al Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen la realización de su congreso anual en la localidad, por razones de seguridad. “No vamos a soportar esto. Haremos el congreso y tomaremos las medidas necesarias contra el alcalde”, bramó el líder ultraderechista.
Según Sarkozy, “Unidad Radical promueve una hostilidad de principio contra toda forma de inmigración y su ideología se funda sobre la exaltación de la raza blanca, el odio al extranjero, particularmente contra las comunidades árabes y judías”. La semana pasada, en cuanto se supo que el gobierno tenía la intención de prohibir a Unidad Radical, el movimiento extremista puso en tela de juicio el principio de su prohibición alegando que no era “ni un grupo de combate ni una milicia privada”. Lejos de desalentarse, los integrantes de la ya proscripta Unidad Radical argumentaron que la censura gubernamental representaba más bien “un formidable impulso”. Los militantes de este movimiento que no tiene ninguna existencia legal aspiran a transformarse en una “auténtica organización política, legal y autorizada”.
Guillaume Luyt y Fabrice Robert, los dos portavoces de Unidad Radical, anunciaron que próximamente se decidirá qué “formas nuevas” revestirá su “combate”. Las metas de esta rama ultradura y violenta de la extrema derecha francesa han cambiado notablemente desde esa mañana de julio en la que Brunerie abrió fuego contra Chirac sirviéndose de una carabina 22. De grupo cerrado y prácticamente desconocido, los ex radicales sueñan ahora con jugar en primera división e integrarse al debate político en tanto que partido y no como mero movimiento “privado”. Luyt y Robert afirman que “en adelante lo que está en juego es imponer nuestra diferencia de identidad, social y europea en el seno del debate político, incluso si es necesario actuar en el terreno electoral”. Haciendo gala de una prosa aterciopelada, poco común en el lenguaje esa ideología, los dos líderes escriben “el fénix aprovechará del sol de agosto para calentar sus alas y preparar su próximo vuelo”.
La reacción más irónica y virulenta vino del ala “legal” de la extrema derecha. Enfrentado a una serie de acusaciones que lo vinculan con los grupúsculos neonazis y violentos como Unidad Radical, Le Pen calificó de “simulacro de atentado” el intento de asesinato de Chirac protagonizado por Maxime Brunerie. Para Le Pen, la prohibición de Unidad Radical es una medida “jurídica irrisoria que atenta contra los principios generales del derecho y las libertades públicas”. Empujando la provocación al extremo, Le Pen estimó que de la misma manera que se proscribe hoy a Unidad Radical se debió prohibir “a los ecologistas y la Liga de los Derechos Humanos” por el hecho de que uno de sus miembros, Richard Durns, asesinó a 8 personas el pasado 27 de marzo en la sala del Concejo Municipal de Nanterre. En cambio, el otro partido de la extrema derecha y del que Brunerie fue candidato en las elecciones municipales del 2001, el MNR, guardó un estricto silencio. Pero ahora Le Pen tiene el problema de supropia proscripción en Annecy. El argumento de Bosson para suspender la reunión del Frente Nacional es que se realizaría en un hotel que está en el medio de un parque municipal al que no se le puede negar acceso al público en general.