EL MUNDO › A PESAR DE SU EDUCACION, DEMOSTRARON SU TORPEZA EN GLASGOW Y LONDRES
Mientras continúa la ola de pánico por los atentados fallidos en Gran Bretaña, los investigadores estudian la vinculación de los terroristas con el sistema de salud británico y les llama la atención que personas tan educadas hayan actuado con tanta torpeza e improvisación.
› Por Walter Oppenheimer *
desde Londres
Las ocho personas arrestadas hasta ahora por su presunta relación con los intentos de atentar con coches bomba en el aeropuerto de Glasgow y en el centro de Londres estaban ejerciendo empleos relacionados con la medicina: médicos, estudiantes de medicina o empleados en un hospital. Ese hecho tan llamativo ha planteado la cuestión de si los servicios secretos británicos han de cambiar su manera de trabajar y si el país es demasiado laxo a la hora de dejar entrar médicos extranjeros.
Mientras se enciende el debate, los británicos vivieron otro día de tensión. Las amenazas o los paquetes sospechosos han provocado en estos días numerosas alarmas y contratiempos en estaciones de tren y aeropuertos británicos, pero hasta ayer ningún incidente había provocado el caos que se vivió en la terminal número cuatro del aeropuerto de Heathrow, en Londres, el mayor del Reino Unido. Una valija sospechosa detectada al filo del mediodía llevó a las autoridades a paralizar las salidas en esa terminal y a desalojar a los pasajeros y al personal de servicio que ya había pasado el control de seguridad, con el objetivo de que se sometieran por segunda vez a ese escrutinio.
Aunque siguieron llegando aviones, se suspendieron las salidas de las cuatro compañías que operan en esa terminal: British Airways, KLM, Quantas y Sri Lankan Air. La terminal reabrió a media tarde pero quedaron cancelados una treintena de vuelos y muchos otros sufrieron retrasos de varias horas. También ayer se procedió a la voladura de un paquete sospechoso en la estación de metro de Hammersmith, al oeste de Londres, y a una explosión controlada en un coche que estaba en el estacionamiento de una mezquita en Glasgow.
Mientras tanto Scotland Yard continúa tras la pista de los médicos. La sanidad pública británica depende de manera decisiva de la mano de obra extranjera: de los 277.000 facultativos registrados en el Colegio de Médicos, 128.000 se han formado en el extranjero. Aunque a corto plazo habrá presiones para endurecer los criterios de aceptación de médicos de afuera, éstos seguirán siendo establecidos de acuerdo con las necesidades. De hecho, las condiciones ya se endurecieron hace un año: hasta entonces, los médicos extranjeros podían instalarse sin permiso de trabajo, con el único requisito de demostrar su capacidad como médicos. Eso cambió porque la ampliación de las plazas para estudiar medicina en el Reino Unido empezó a producir nuevas promociones de médicos y a reducir su dependencia del exterior.
Cuatro expertos consultados por este diario coincidieron en que la utilización de gente cultivada y de profesiones liberales no es una novedad en el terrorismo y tres de ellos opinaron que la lucha contraterrorista no va a cambiar. Un cuarto experto sugirió que la crisis de estos días “puede afectar al sistema de trabajo de los servicios secretos británicos”.
Un experto que conoce muy bien el trabajo de los servicios secretos opinó, en cambio, que nada cambiará. “Los servicios secretos trabajan con personas, no con sectores o con empresas. No se van a dedicar a intentar infiltrar el NHS”, aseguró. El único experto que habló sin exigir anonimato fue Robert Ayers, del centro de estudios internacionales Chatham House. “Lo que ha ocurrido demuestra que el terrorismo no es algo relacionado con las clases sociales o los niveles de pobreza sino algo ligado sobre todo a una ideología”, dijo. “No va a cambiar la manera de trabajar de los servicios secretos porque lo que han de hacer, y de hecho ya es lo que estaban haciendo, es infiltrarse en aquellos grupos de gente que pueden estar atraídos por esas ideas radicales. Y eso no depende de las clases sociales”, insistió.
Otro analista, que no quiere ser identificado, opinó: “No creo que sea significativo que sean médicos, a fin de cuentas Ayman al Zawahiri (número dos de Al Qaida) es doctor en medicina, muchos de los que participaron en la Jihad en los ’80 y los ’90 tenían un alto nivel educativo y muchos de los que han desarrollado la estrategia de Al Qaida se educaron en colegios y universidades británicas”. “Que sean todos médicos parece una coincidencia: la radicalización suele ocurrir en grupos compactos, gente con experiencias similares que están juntos en un país extranjero”, añadió.
“El modo de operar de este grupo no ha sido especialmente sofisticado o capaz. Han dejado muchas pruebas fáciles de seguir y no han conseguido lo que buscaban. Eso es indicativo de que es un grupo que se ha autorradicalizado, más que ser un grupo dirigido desde fuera por Al Qaida”, opinó.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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