La última instancia judicial en Libia puede confirmar o anular la condena que las declaró culpables junto a un médico palestino de haber contagiado con sida a 438 niños de ese país en 1999.
Las enfermeras búlgaras sentenciadas a muerte saben que su destino comienza a definirse hoy. La magistratura de Libia puede confirmar o anular la condena que las declaró culpables de haber contagiado con sida a 438 niños de ese país en 1999. En el primer caso, respondería a la demanda inicial de los padres que pedían la ejecución de los médicos en uno de los países africanos que aún mantienen la pena de muerte y posee gran cantidad de infectados de HIV. En el segundo, serviría para satisfacer a los países de Occidente que exigen la liberación inmediata de los acusados y que Muammar Kadafi, el presidente libio, acepte una ayuda económica para los chicos afectados. En momentos en que se dispone a la apertura económica, resolver el dilema es importante para Libia. Su petróleo atrae a las potencias, pero un fallo trágico para las cinco enfermeras podría perjudicar las relaciones con Estados Unidos y la Unión Europea.
Ayer la Fundación Kadafi, dirigida por uno de los hijos del mandatario, confirmó que había alcanzado un acuerdo económico con las familias de los niños infectados. Gracias a la mediación de este organismo, el fondo internacional que creó la UE ahora puede indemnizar a los familiares de las víctimas. “Las familias aceptaron compensaciones del orden de un millón de dólares por víctima”, declaró ayer el director de la asociación. En tanto, la instancia judicial máxima, el Consejo Superior de la Magistratura de Libia, examinará hoy el caso y podría tomar en consideración el acuerdo al que llegaron las familias por el que retirarían su petición de la pena capital para los imputados.
Cinco enfermeras búlgaras y un doctor palestino fueron arrestados en 1999 y sentenciados en 2004 a la pena capital por haber contagiado con el virus del sida en forma deliberada a cientos de niños del hospital Bengazi, de los que 56 ya han fallecido. En diciembre del 2006 la condena fue confirmada y recibida con júbilo por familiares de los infectados, que sostenían grandes fotografías de sus hijos con las palabras en inglés “HIV Made in Bulgaria”. Sin embargo, el grupo de profesionales sentenciados logró una revisión del veredicto, que comenzó en junio de este año hasta que la Corte Suprema nuevamente lo ratificara la semana pasada.
En un principio, el mismo líder libio acusó en 2001 al grupo médico de conspirar con agencias de inteligencia para provocar una epidemia de sida. Los seis inculpados alegaron su inocencia y las enfermeras búlgaras denunciaron haber sido torturadas y violadas para que confesaran, en un caso que tuvo repercusión internacional. Sin embargo, luego la acusación oficial se mantuvo a pesar de la inexistencia de pruebas contundentes y ante el “drama” que representa el sistema de salud libio, señaló un experto en sida.
Ahora Libia está entre la espada y la pared. La saga judicial que ya lleva ocho años suscitó una amplia oposición que se reavivó tras la ratificación de la sentencia de muerte que dictó el miércoles el tribunal supremo de ese país. Bush, el presidente de Bulgaria, el primer ministro de Portugal y la UE ya se pronunciaron a favor de la absolución de los seis profesionales sanitarios. El jueves, la primera dama francesa, Cecilia Sarkozy, viajó a Libia para intervenir en la disputa legal. Antes de reunirse con el coronel Kadafi, “Cecilia visitó a las enfermeras y regresó a Trípoli para ver a los niños que contrajeron el sida”, dijo el presidente Sarkozy la semana pasada.
Ese mismo día, la Sociedad Internacional del Sida (SIS) manifestó su conmoción por la confirmación previa del tribunal de las condenas para los profesionales. El presidente de la organización, el argentino Pedro Cahn, dijo en un comunicado que el caso representa un fallo del sistema de Justicia de Libia y defendió a las enfermeras y el doctor. “Tanto Luc Montagnier, el codescubridor del VIH, como Vi-ttorio Colizzi, de la Universidad de Roma, testificaron que las infecciones (de los niños) precedieron a la llegada de los acusados al hospital.” Un análisis de la Universidad de Oxford de la sangre de los chicos infectados mostró que el subtipo del virus del sida se había presentado en la sangre de los pacientes muchos antes de la llegada al hospital de los condenados.
Mientras Bulgaria espera el indulto de las enfermeras y el médico, las familias damnificadas aguardan la indemnización prometida para cerrar el acuerdo, en momentos en que la cifra de víctimas ascendió a 460 debido a que 20 madres fueron infectadas por sus hijos, dijo ayer el portavoz de los familiares.
Informe: Juan Manuel Barca.
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