Monseñor Isaías Duarte se encontró al menos dos veces con Carlos Castaño, quien dirigió las hoy desmovilizadas fuerzas paramilitares, las AUC.
La Iglesia Católica también tiene un pasado oscuro en Colombia. Después del destape de la llamada parapolítica, que vinculó a gran parte del uribismo con los jefes paramilitares, los colombianos se sorprendieron esta semana al enterarse de que el ex arzobispo de Cali monseñor Isaías Duarte se encontró al menos dos veces con Carlos Castaño, el hombre que dirigió con mano de hierro las ahora desmovilizadas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Hoy, ni el religioso ni el jefe paramilitar pueden explicar el vínculo que mantuvieron durante el gobierno de Ernesto Samper. Los dos fueron asesinados. El primero en 2002 bajo circunstancias todavía desconocidas y el segundo el año pasado por orden de su hermano y uno de los pocos jefes paramilitares prófugos, Vicente Castaño. Los allegados de monseñor Duarte aseguraron ayer que sólo fueron acercamientos para discutir un posible proceso de paz.
La relación entre el ex arzobispo de Cali y el ex jefe paramilitar fue destapada por uno de los lugartenientes de Castaño, Diego Murillo, alias Don Berna, a principios de esta semana. En calidad de paramilitar desmovilizado, el (¿ex?) hombre fuerte de Medellín contó ante la fiscalía su verdad. Desviando la atención de los cientos de asesinatos, secuestros y torturas que se le adjudican, Don Berna habló de monseñor Duarte y dijo que era parte del llamado Grupo de los Seis. Hace cinco años, Castaño había publicado un libro titulado Mi confesión. En él admitía cientos de crímenes y, como al pasar, aseguraba que las AUC estaban comandadas por un selecto grupo de seis personas –que si alguna vez se sabían los nombres peligraría la democracia, según palabras del ex para–. La versión nunca ganó credibilidad y quedó relegada ante las descripciones de las masacres que habían realizado sus hombres. La mención del entonces arzobispo de Cali también pasó casi inadvertida en aquel momento. El líder de las AUC calificaba al jerarca de la Iglesia Católica como “un hombre cercano”.
Las palabras de Don Berna generaron un rechazo general, no sólo entre la jerarquía de la Iglesia Católica sino también entre los caleños y la dirigencia política. La figura del ex arzobispo es muy respetada en Colombia. Se lo recuerda por sus encendidos sermones, en los que denunciaba la connivencia entre los carteles del narcotráfico y los políticos. En sus misas, atacaba por igual a las guerrillas y a los paramilitares, que por aquellos años se disputaban la ciudad de Cali y todo el departamento del Valle. El gobierno y la Justicia siempre adhirieron a la versión que sostenía que las FARC, la principal guerrilla del país, había estado detrás del asesinato. El año pasado, el Tribunal Supremo de Cali absolvió al único guerrillero que había sido condenado.
A pesar de la férrea defensa que asumió el clero y la dirigencia política –ningún dirigente apoyó las declaraciones de Don Berna–, la figura de monseñor Duarte no logró salir ilesa después que un cura y el actual alcalde de Medellín, Sergio Fajardo, confirmaron de que participaron junto al ex arzobispo en dos reuniones con Castaño. “El país está en la búsqueda de la verdad y la Iglesia no puede pretender que no sabe nada”, explicó el sacerdote Jorge Cadavid. Después de más de diez años de silencio, el religioso contó que participó, por pedido del ex arzobispo, en una reunión con Castaño, Fajardo, el entonces ministro del Interior, Horacio Serpa, y dos religiosos más a los que no quiso nombrar. “¿Por qué fue secreta? Creo que eso lo debe responder Serpa. Monseñor Isaías está muerto, no puede, pero además sólo era un intermediario”, señaló en una entrevista con el diario colombiano El País.
El actual alcalde de Medellín, quien por entonces era miembro de la Comisión Facilitadora de Paz del departamento de Antioquia, confirmó ayer la segunda reunión entre el religioso y el jefe de las AUC. “Esas reuniones tuvieron como propósito buscar salidas de paz a las autodefensas, lo que no significa que monseñor Duarte fuera cercano a esta organización. Al contrario, por lo que vi, siempre fue directo y duro con Castaño, y lo recriminó por sus actos”, recordó Fajardo.
Cadavid también defendió la memoria de su mentor e intentó poner en contexto la declaración de Don Berna. “Monseñor fue lo que todos vimos, un hombre enfrentado a todo el que hiciera mal: la guerrilla, los paramilitares y hasta el ejército. Seguro que Don Berna lo vio hablando dos o tres veces con Castaño. El siempre habló de tú a tú y por eso debe haber concluido que eran cercanos”, aseguró. Sin embargo, según sus relatos y los de Fajardo, Don Berna nunca participó de las reuniones.
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