A diez días de que se celebren los comicios presidenciales y legislativos se cuentan las víctimas por decenas en todo el espectro político.
› Por José Elías *
desde Guatemala
La violencia está jalonando la campaña electoral de Guatemala, que el 9 de septiembre renovará la presidencia, el Congreso y las 332 alcaldías. Desde enero, una veintena de candidatos de todos los partidos, o incluso sus familiares, han muerto en medio centenar de ataques que las autoridades vinculan con el crimen organizado. El último asesinato fue el de una candidata a concejal del partido de Rigoberta Menchú, Clara Luz López. El clima de inseguridad se mezcla con una considerable apatía ciudadana. La Conferencia Episcopal y varias organizaciones sociales han llamado a la participación y a rechazar a los aspirantes políticos sospechosos de estar ligados con el narcotráfico.
Los catorce candidatos a la presidencia de Guatemala queman sus últimos cartuchos, si bien sólo dos aspirantes tienen posibilidades de llegar al poder. Se trata de Alvaro Colom, del Partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE, de tendencia social-demócrata), quien últimamente se ha visto sacudido por escándalos internos, y el general retirado Otto Pérez Molina, del Partido Patriota (PP, derecha), cuyo ofrecimiento de “mano dura” para enfrentar los problemas del país, particularmente la inseguridad y la violencia, le ha merecido el respaldo de amplios sectores de la población.
Según las encuestas, ninguno de los dos logrará la mayoría absoluta, por lo que se prevé una reñida segunda vuelta el 4 de noviembre.
El tercero en discordia es el oficialista Alejandro Giammattei, de la Gran Alianza Nacional (GANA), quien arrastra el desgaste del gobierno de Oscar Berger, a lo que se suma lo que parece ser una tendencia histórica: ningún partido ha repetido mandato desde que terminaran las dictaduras militares, en 1985. Rigoberta Menchú, Premio Nobel de la Paz y candidata de la izquierda, está relegada a un quinto puesto en las encuestas, por detrás de Eduardo Suger, un académico centrista.
En el anecdotario propio de unas elecciones presidenciales, cabe destacar la debacle de Efraín Ríos Montt, cuyo partido-iglesia, el Frente Republicano Guatemalteco (FRG), arrasó hace ocho años llevando a la primera magistratura a Alfonso Portillo y al viejo general a la presidencia del Congreso, desde donde el ex dictador hizo y deshizo a su antojo, al grado de nombrar un Tribunal Constitucional capaz de autorizar su candidatura a la presidencia de la República, a pesar de la prohibición que contempla la Carta Magna para quienes ejercieran el poder como producto de un golpe de Estado. Ríos Montt derrocó en 1982 al también general Romeo Lucas García.
En esta ocasión Ríos Montt sólo aspira a alcanzar un escaño en el Congreso. A nadie escapa que su candidatura es solamente una trinchera para burlar la orden internacional de captura librada por la Audiencia Nacional Española en contra del militar, sobre quien pesan acusaciones de delitos como genocidio y tortura. Su candidato presidencial es Luis Ra-bbé, cuyo mérito principal es ser el “cuñadísimo” del propietario del monopolio de la televisión guatemalteca. Sus intenciones de voto apenas rondan el 2,5 por ciento.
En tanto, Rigoberta Menchú, convencida de que su gran oportunidad serán las elecciones de 2011 como rezan todos los pronósticos de la cosmogonía maya, no parece mayormente preocupada por lo que pareciera ser un serio déficit en materia de convocatoria. “Estoy muy feliz. Voy teniendo más logros de los que había pensado. Hasta podría haber alguna sorpresa”, confesó a este diario la semana pasada, en una breve conversación de pasillos.
Al margen de la lucha partidista, lo que sí constituye una preocupación mayoritaria es la infiltración del crimen organizado en las estructuras de poder. El 16 de agosto, el llamado Foro Guatemala, que aglutina a 18 organizaciones de reconocida ascendencia en la sociedad guatemalteca, entre otras se destacan la Conferencia Episcopal, las iglesias evangélicas y la estatal Universidad de San Carlos, lanzó una campaña masiva de prensa, radio y televisión que busca evitar que candidatos ligados a las mafias alcancen puestos de elección popular.
La crudeza de los mensajes no deja lugar a dudas: “Si das tu voto a un narcotraficante, tú también eres un narcotraficante. No te conviertas en cómplice”, rezan algunos de los spots publicitarios. “La campaña busca fomentar el voto sano, responsable y libre”, explicó en su oportunidad el rector de la universidad nacional, Estuardo Gálvez. Según se indicó, el mayor peligro radica en las municipalidades de las regiones fronterizas, que las mafias del narcotráfico buscan convertir en zonas permeables para el tránsito de la droga hacia el gran mercado estadounidense.
La violencia, una dolorosa constante en Guatemala (5885 asesinados en 2006, según la página web del Ministerio del Interior; 3450 hasta el 15 de agosto del año en curso, de acuerdo con el recuento del matutino local Nuestro Diario), también ha alcanzado al sector político. Según la organización independiente Acción Ciudadana, de marzo de 2006 al 22 de agosto de 2007 se han cometido 83 ataques contra candidatos y activistas de trece de los 21 partidos políticos reconocidos en Guatemala. De ellos, 42 han muerto.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux