EL MUNDO › EL PRESIDENTE MEXICANO DEJO UNA POBRE IMAGEN EN SU PRESENTACION
› Por Gerardo Albarrán de Alba
Desde México, D. F.
Por fin entró al Congreso. Arropado por los aplausos únicamente de diputados y senadores del PAN que coreaban su nombre, Felipe Calderón subió a la tribuna de la Cámara de Diputados para entregar por escrito su primer informe de gobierno, pero cualquier mexicano que haya seguido la ceremonia por la televisión abierta no se enteró de que la presidenta de la Cámara de Diputados, la perredista Ruth Zavaleta, se negó en la tribuna a ser ella quien recibiera el documento de manos “de quien no tiene legitimidad en el cargo y es cuestionado por millones de mexicanos”, y dejó la tarea al diputado el PAN Christian Castaño.
Hoy no sólo cambió un ritual en México. Lo que entregó Calderón fue el acta de defunción de la obsoleta ceremonia del “informe”, que en esta ocasión transcurrió sin la parafernalia que caracterizó a un ritual anual en que el poder del presidente de la República avasallaba a los poderes Legislativo y Judicial. Un acuerdo político de último minuto entre PAN y PRD permitió que, a diferencia de hace nueve meses, cuando el 1º de diciembre entró por la puerta de atrás del Congreso para ser ungido como presidente constitucional en una tribuna que habían tomado por la fuerza los diputados de su partido, hoy Calderón pudiera entrar por la puerta principal, atravesar el salón de sesiones y subir a la tribuna de la Cámara de Diputados para tomar un micrófono e informar que cumplía con el precepto constitucional que obliga al presidente a presentarse al inicio de trabajos legislativos, expresar su “respeto a todos los legisladores” y ofrecer un “diálogo público” para discutir con ellos el estado que guarda la administración pública del país. Todo, en menos de siete minutos.
Por televisión abierta pudo verse a un presidente que era recibido en la Cámara de Diputados sin ningún protocolo, sin que le rindieran honores. Se lo vio subir a la tribuna y tomar la palabra con un micrófono de mano, sin utilizar el tradicional atril con el escudo nacional que se instalaba para que solamente él lo usara. Pero nadie vio por televisión a Ruth Zavaleta, que durante este año será la presidenta del Congreso de la Unión, explicar por qué ella y todos los diputados y senadores del PRD abandonaban el salón de sesiones: para no convalidar a Calderón con su presencia, “porque hubo un fraude electoral”, según explicó el líder de la fracción Javier González Garza. Para millones de mexicanos, eso simplemente no pasó.
A la Cámara de Diputados tampoco llegaron los aplausos y expresiones de los miles de seguidores de Andrés Manuel López Obrador que, desde el Zócalo de la Ciudad de México, siguieron la ceremonia que sólo se transmitió completa por televisión paga, a través de la señal del Canal del Congreso, y celebraron el momento en que Ruth Zavaleta encabezó la salida de los legisladores del PRD. En un mitin con el que dieron inicio a un mes de actos político-culturales, festejaron como una victoria el desplante de sus representantes en el Palacio Legislativo de San Lázaro.
En el vecino estado de Tlaxcala, en un mitin, Andrés Manuel López Obrador calificó como lamentable el empecinamiento del PAN para que su presidente pudiera entrar en el Congreso, “porque (Calderón) no tiene autoridad moral, no ganó la presidencia de la República”, explicó.
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