EL MUNDO
› TENUE RESPALDO DE LULA Y CIRO GOMES AL ACUERDO CON EL FMI
Los sucesores díscolos de Cardoso
El presidente de Brasil se reunió con los candidatos para que apoyen las gestiones con el FMI. Le respondieron con un “ni”.
Hace un par de meses, cuando Wall Street estaba histérico por el hipotético triunfo de un calmado Lula, el financista George Soros había dicho: “Creo que los inversores ya votaron lo que deberían votar los brasileños”. El tiempo pasó y las encuestas, de los brasileños y quizás también de los inversores, lo tienen a Lula ahí arriba, junto al también centroizquierdista Ciro Gomes. Casi admitiendo lo inevitable –o sea, que su delfín José Serra no estará para el ballottage– o por expreso pedido del FMI, el presidente brasileño Fernando Cardoso se reunió ayer con los cuatro candidatos para los comicios de octubre para que respalden el acuerdo firmado con este organismo y para que hagan gala de “responsabilidad”. En lo segundo no hubo problemas. Pero tanto Ciro como Lula le dijeron “ni” al acuerdo con el Fondo argumentando que hace falta un cambio de rumbo en la política económica. Y Anthony Garotinho, el cuarto en los sondeos, dijo directamente que no quiere que su país sea “una colonia”. Hoy comienza la publicidad electoral gratuita, última esperanza del oficialismo y temor mayúsculo para Lula, que ya en elecciones anteriores estaba liderando las encuestas y terminó perdiendo.
En el esquema del acuerdo con el FMI, la anuencia de los candidatos es clave, ya que de los 30.000 millones de dólares, 24.000 vendrán cuando uno de ellos sea presidente y los 6000 de este año dependen de que el comité ejecutivo del organismo apruebe su entrega el mes que viene.
El primero en entrar al Palacio del Planalto, en Brasilia, fue Ciro Gomes. Flanqueado por su ministro de Economía, Pedro Malán, y por el presidente del Banco Central, Arminio Fraga, Cardoso le explicó cómo era el acuerdo con el FMI. Y Gomes se negó a darle un claro respaldo al acuerdo. “Me comprometí a estudiar los documentos oficiales del acuerdo y luego emitiré una nota escrita sobre mi posición”, dijo. De todas maneras, reconoció que “en estas circunstancias es inevitable la evolución de estos acuerdos, pese a lamentarlo”. Gomes, quien reemplazó en 1994 al propio Cardoso en el Ministerio de Hacienda, le dijo “sí” a la meta del superávit primario del 3,75 por ciento del PBI para el 2003, condición impuesta por el FMI, pero recalcó que la crisis “es responsabilidad del modelo económico de Cardoso contra el cual yo lucho desde hace siete años, y parte es responsabilidad de sectores del mercado internacional”.
Luego llegó Luiz Inácio Lula da Silva. Puesto a mostrarse como garante de “la gobernabilidad”, Lula le entregó un documento a Cardoso con sugerencias de medidas para enfrentar ahora la crisis, como la apertura de líneas de crédito oficiales para los exportadores y para las empresas privadas endeudadas en dólares (algo que ya se está implementando) y la adopción de políticas para sustituir importaciones. Del acuerdo con el FMI, Lula puso un reparo técnico: en la medida en que el gobierno acordó con el organismo la reducción del límite mínimo de reservas que debe mantener Brasil a 5000 millones de dólares, Lula teme que las “reservas estratégicas sean consumidas, en la medida que el nuevo acuerdo con el FMI no prevé aporte financiero significativo a corto plazo”. Pero declinó, ante los periodistas, hacer un juramento de fidelidad al acuerdo. Como Gomes, se comprometió a cumplir algunas metas macroeconómicas y terminó criticando a los bancos internacionales por negarse a conceder créditos a las empresas brasileñas cuando “Brasil ha demostrado ser un país fuerte”.
Para lo último, en la agenda de Cardoso, quedaron los dos candidatos que luchan cómodos por un tercer lugar en las elecciones, y cuyas posiciones son más previsibles: Anthony Garotinho y José Serra. El candidato del Partido Socialista Brasileño (PSB) espetó: “El tema central no es el acuerdo con el FMI ni sus términos, sino la necesidad de un acuerdo con el FMI. ¿Por qué se volvió tan imperioso e inevitable ir al FMI?” En una nota divulgada por sus asesores al término de la reunión con Cardoso, Garotinho declaró que “ningún acuerdo firmado por la actual administración, en consecuencia de su desastrosa política económica, puedecomprometer el futuro gobierno, si el pueblo brasileño elige un candidato de oposición”. El oficialista José Serra respaldó el acuerdo.
La ronda de Cardoso con los candidatos, junto a la apertura de la publicidad electoral gratuita, abre la etapa decisiva de estas elecciones. “Por lo menos la mitad del electorado brasileño se decidirá bajo la influencia del horario electoral gratuito que comienza el martes”, dijo anteayer la revista Veja, apoyada en un detallado panorama estadístico de las últimas 53 campañas electorales. Las últimas encuestas, de Datafolha y de Vox Populi divulgadas el fin de semana, muestran a Ciro Gomes cayendo y subiendo, respectivamente, pero lo que queda claro es están definidos los dos pelotones: Lula, con el 36 por ciento promedio, y Gomes, con el 30 por ciento promedio, y Garotinho y Serra, detrás, en torno del 12 por ciento. En la medida en que la publicidad gratuita se mide por los votos obtenidos por los partidos en las elecciones anteriores, el oficialista Serra tendrá mucho más espacio que el resto (casi el doble), por lo que los analistas políticos le dan tres semanas para decretarle la salida del ballottage. El escenario es ideal para Lula, ya que Gomes tendrá, a su vez, mucho menos espacio que el candidato del PT.
Hace poco más de cuatro años, Lula había alcanzado a Cardoso en los sondeos. El 5 de octubre de 1998, Cardoso le ganó por más de 20 puntos. Se podrá decir que era otro contexto, pero ayer, como hoy, el gobierno presentaba una coalición fracturada al máximo y buscaba desesperado un acuerdo con el FMI para evitar el contagio de la crisis asiática. Hoy, luego de la crisis de 1999 y de la ruptura de su coalición, el gobierno no tiene mucho que ofrecer, ni siquiera un candidato como Cardoso, e intenta hacer oficialistas a los opositores. Hace cuatro años, con un resultado cantado, la sorpresa de las elecciones había sido un candidato que sacó el 11 por ciento y transformó a su partido en la tercera fuerza electoral. Y lo había logrado colocándose a la izquierda de Lula. Hoy, Ciro Gomes vuelve a ser, a pesar de los coqueteos con sectores de la derecha brasileña, el cuco que se insinuaba en aquellos días.