A la profunda crisis del socialismo francés ahora se agregan libros que defenestran a su última candidata.
› Por Eduardo Febbro
desde París
Los matrimonios en instancias de divorcio pueden respirar aliviados. Hay un infierno peor que el de una separación conyugal: los arreglos de cuentas públicos entre socialistas franceses. Tres derrotas presidenciales consecutivas, un partido desarticulado por la transferencia de sus cuadros a los ministerios de un gobierno conservador –el alma de la izquierda francesa es “ministeriosa”–, una herida que no termina de cerrarse, la elección de una mujer, Ségolène Royal, como candidata de la consulta presidencial del pasado mes de abril, y una guerra fratricida para ver quién se lleva las riendas del PS... todo ello ha dejado huellas difíciles de borrar y una suerte de... moda insistente: la publicación de libros asesinos mediante los cuales, en plena crisis de credibilidad y desempleo de mandato, los socialistas ponen sobre el papel todo lo malo que piensan de la señora Royal. El último en incurrir en esa ejecución prosada es el ex jefe de gobierno (1997-2002) y ex secretario del PS, Lionel Jospin, el hombre que encarnó todas las esperanzas de renovación de la izquierda y que luego simbolizó al célebre marino de una novela de Joseph Conrad que abandona el barco cuando éste se hunde (Lord Jim).
La bomba textual de Lionel Jospin lanzada contra Ségolène Royal se llama El camino sin salida (L’Impasse). Allí, Jospin se despacha con opiniones poco galantes de la ex candidata y siempre aspirante a dirigir el partido... aun bajo la batuta de su ex compañero y padre de sus cuatro hijos, François Hollande. Jospin asegura que Royal fue “una ilusión”, que era “la candidata menos capaz de ganar” la elección frente al conservador Nicolas Sarkozy –que la ganó por 53 por ciento– y agrega que su campaña electoral evocó más el “arte de comunicar que el de gobernar”. Jospin le reprocha haber llevado a cabo una campaña “encerrada en un frente a frente narcisista con la opinión pública”. Y si para Jospin el pasado de aspiraciones presidenciales de Royal fue poco honroso, el futuro es aún peor. La señora Royal está disputando la dirigencia del PS y el contenido del proyecto que está de moda y sin definición, la renovación. El ex jefe de gobierno cree que Royal tampoco encaja en esta ambición porque, escribe, es “una personalidad que no tiene ni las cualidades humanas ni las capacidades políticas” para que el PS renazca de sus cenizas. Jospin no cree que Ségolène Royal pueda “esperar ganar la próxima presidencial” (2012), ya que es “una figura de segundo orden de la vida pública”, que “no está hecha” para ser primer secretario del PS. “Que los hermanos sean unidos /Esa es la ley primera”, dice Martín Fiero. Pero los socialistas se ensañan entre hermanos con hierros de amarguras depositadas.
En reacción a tan displicentes consideraciones, Ségolène Royal no tuvo mejor idea que citar...la misma Biblia. “Perdónalos pues no saben lo que hacen”, dijo Royal, quien luego agregó: “Desgraciadamente, creo que en esos ataques hay algo que también es inconsciente, el sexismo, y cuando veo que se llega a tal punto, me sorprende y me hace pensar en el racismo”. La ex representante socialista en las urnas presidenciales expresó su convicción de que “si hubiese sido Juana de Arco me habrían quemado viva”. A su manera repetitiva y concentrada, sus colegas socialistas la incendiaron. El libro de Lionel Jospin es apenas la última de una densa serie de obras que, en estas semanas, ocupan los lugares más visibles en las librerías. Sus títulos son por demás evocadores del clima que ensombrece el corazón y los sueños de los socialistas: La derrota cantando, escrito por el ex ministro socialista de Educación Claude Allégre; La elección que no se podía perder, cuyo autor es un diputado socialista, Claude Bartolone; al igual que Hasta la vista Royal, de Marie-Noëlle Linermann, una diputada europea socialista. Todos estos libros –y todavía hay más– tienen uno solo blanco: Ségolène Royal. Sin embargo, el ingreso de Lionel Jospin en la lista de atacantes públicos aporta una densidad mayor a la lava que sale del volcán socialista. Lionel Jospin es una figura histórica del socialismo nacional y sus críticas, más allá de las frases asesinas, tejen una imagen de Ségolène Royal ya esbozada durante la campaña electoral por los medios y la derecha: la de una mujer improvisada, una suerte de caricatura constituida por los sondeos de opinión. A esas bajas perspectivas se resume el socialismo de hoy.
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