EL MUNDO › HOY SE VOTA PARA LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE EN ECUADOR
Con el oficialismo como amplio favorito, los ecuatorianos deberán elegir entre “planchas” partidarias con cientos de candidatos. Los observadores temen que no habrá tiempo para que voten todos.
› Por María Laura Carpineta
Hoy poco más de nueve millones de ecuatorianos enfrentarán un difícil desafío. No se trata tanto de elegir a las mujeres y los hombres que restablecerán las bases institucionales del país en la Asamblea Constituyente, sino más bien de hacerlo en sólo tres minutos. No es como en Argentina, donde cada partido o coalición tiene su propia boleta. En el país andino todos los candidatos están juntos en una kilométrica boleta, en la que se puede marcar a toda la plancha de un partido –la versión ecuatoriana de la lista sábana– o elegir uno a uno a los candidatos sin importar a qué fuerza pertenezcan. Como si el sistema no fuera lo suficientemente complicado, deben hacerlo dos veces. Primero para elegir a los candidatos nacionales y luego a los provinciales. La primera boleta tiene 624 nombres y las segundas pueden llegar a superar los 400 en las provincias más grandes.
Según Participación Ciudadana, la organización civil que se ocupará de fiscalizar los comicios y realizar el conteo rápido, los electores no tendrían que tardar más que tres minutos en hacer todo eso. “La mayoría vota por plancha y los que lo hacen por fuera de las listas no siempre marcan el máximo de candidatos posible”, le explicó a Página/12 Omar Simon, uno de los técnicos de la ONG ecuatoriana. Sin embargo, los observadores de la Unión Europea y los estadounidenses del Centro Carter (entre ellos el ex presidente peruano Alejandro Toledo) no están tan seguros. Según ensayos realizados en las últimas semanas, los técnicos extranjeros sostienen que cada elector tardaría al menos diez minutos en llenar las dos boletas. Si esta cifra se cumpliera, muchos ecuatorianos se quedarían sin votar o el cierre de las mesas se debería retrasar durante varias horas.
Mientras los técnicos advierten sobre los problemas que podrían generarse en el cuarto oscuro, los políticos y los analistas están más preocupados por ver a quién beneficia realmente el sistema electoral. Lo han cuestionado por derecha y por izquierda. Unos dicen que el sistema está orientado a que el presidente Rafael Correa consiga el control total de la Constituyente, como ya auguran las encuestas. Otros, en cambio, lo denuncian como todo lo contrario. Sostienen que es un instrumento al servicio de la partidocracia –el enemigo que el gobierno actual dice querer destruir–. Todos tienen razón.
El sistema electoral funciona más o menos de la siguiente forma. Primero se cuentan los votos que obtuvo cada plancha completa. Después se hace lo mismo con los votos que obtuvieron los candidatos por fuera de las listas partidarias y se suma el caudal de cada uno a la fuerza política a la que pertenece. El monto total de cada partido se divide por un número –la llamada cuota Hare– y eso da la cantidad de bancas que les corresponde. Si un partido obtuvo 15 escaños los distribuirá no entre los primeros 15 de su plancha, sino entre sus 15 candidatos más votados.
Este sistema se aplica desde 1997. Se supone que la posibilidad de votar candidatos por fuera de las listas cerradas de los partidos democratizaría las elecciones. Sin embargo, en la última década un promedio del 70 por ciento de los ecuatorianos siguieron optando por las planchas partidarias. Por un lado, es más fácil a la hora de votar. Por otro lado, sólo una elite muy informada y comprometida con la política regional y nacional puede conocer y discernir entre cientos y cientos de candidatos.
La oposición ha intentado apelar a los ecuatorianos que aunque desencantados de los partidos tradicionales tampoco apoyan al gobierno de Correa. Sin embargo, como demuestran las encuestas, no han promocionado lo suficiente a todos sus candidatos como para que la gente los reconozca individualmente. Por eso, cuando el oficialismo alerta sobre el peligro de la sobrerrepresentación que podría obtener la derecha gracias a los votos independientes está exagerando.
Los que no exageran son los que acusan al sistema electoral de beneficiar solamente a los grandes partidos. Los partidos tradicionales como el Prian del multimillonario Alvaro Noboa lograron por años cooptar el Congreso gracias a este sistema complejo que beneficia a las planchas. Pero ahora, aprovechando la elección de hoy, decidieron redimirse y exponer sus fallas. Justo ahora que las fuerzas con mayor aparato, las que van a cosechar los frutos de su sistema de planchas, son dos nuevos partidos, la Alianza País de Correa, y Sociedad Patriótica del ex presidente depuesto Lucio Gutiérrez.
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