El presidente Roh Moo Hyun fue recibido por cientos de miles de norcoreanos y por su par de ese país, Kim Jong Il. Ambos se reunirán hoy y emitirán una declaración conjunta.
› Por Ramiro Trost
desde Seúl
El presidente surcoreano Roh Moo Hyun difícilmente olvide el día de ayer, cuando cientos de miles de norcoreanos se lanzaron a las calles de Pyongyang para darle un recibimiento digno de un rey. Vestidos con trajes tradicionales y agitando ramos con la flor nacional, saludaron el paso de la limousine descapotada que transportó a Roh por las principales arterias de la capital de Corea del Norte, antes de recibir la bienvenida del líder norcoreano Kim Jong Il. Tampoco olvidará la frialdad del mandatario norteño, que sorpresivamente concurrió al acto pese a que no estaba previsto en la agenda, pero con una actitud parca y distante.
El día había comenzado con un descomunal operativo de seguridad que siguió a la comitiva presidencial desde la casa de gobierno surcoreana hasta la frontera intercoreana, a tan sólo 50 kilómetros de Seúl. Momentos antes de cruzar a pie la franja de demarcación militar que separa a ambas Coreas desde 1953, el presidente sureño dijo que “esta línea es el muro que ha dejado a las dos naciones divididas por medio siglo y por su culpa ambos países han sufrido muchos daños”. El primer día de la cumbre intercoreana estuvo marcado por los actos de bienvenida. Los líderes de las dos Coreas se estrecharon las manos y caminaron por una alfombra roja frente a la Casa de la Cultura en Pyongyang, donde presenciaron un corto desfile militar. Desde las escalinatas de ese centro cultural, miles de norcoreanos ovacionaron a Kim Jong Il y a Roh Moo Hyun mientras agitaban flores de papel de color rosa y gritaban mansen, que en coreano significa larga vida. La flor nacional norcoreana es conocida como kimjongilia, en homenaje al líder.
Los medios de Seúl destacaron la majestuosa recepción que le ofreció el pueblo norcoreano al presidente Roh, pero remarcaron la fría actitud del mandatario norcoreano, a diferencia de los gestos mostrados al recibir al ex líder surcoreano Kim Dae Jung cuando éste viajó a Pyongyang en el año 2000 para la primera cumbre. Muchos atribuyeron esa conducta a una cuestión de edad, ya que Roh es cuatro años más joven que el líder norcoreano y la jerarquía de edad está muy definida en la sociedad de ambas Coreas.
Tras la bienvenida, Roh se dirigió al palacio de huéspedes y luego se reunió con el titular del Presidium de la Asamblea Popular Suprema norcoreana, Kim Young Nam, quien por la noche le ofreció una cena de bienvenida. No se conocieron detalles de los temas abordados. Ese funcionario es la máxima figura en la escala de poder de Corea del Norte, más allá del liderazgo que ejerce Kim Jong Il. En la comida, Roh pidió remover los sentimientos de desconfianza y tender puentes sobre la hostilidad que heredaron del pasado.
Mientras en la capital norcoreana el presidente Roh Moo Hyun recibía altos honores, la reacción en Surcorea era de escepticismo. Pocas personas salieron a las calles a saludar el paso de la comitiva que recorrió Seúl antes de dirigirse a Norcorea, y muchos fueron los que se quejaron por el caos de tránsito generado a raíz del operativo de seguridad.
A diferencia de las expectativas que se vivían en Corea del Sur en junio de 2000 con el primer encuentro de la historia entre los líderes de las dos Coreas, la población surcoreana ha seguido con apatía la cumbre y para muchos, como para la oficinista Kim Bo Hyon, el encuentro se armó a espaldas del pueblo.
Las personas consultadas por Página/12 cifraron pocas esperanzas en los resultados de las negociaciones. Kim Nam Il, empleado de una compañía multinacional, dijo que el encuentro “no debería ser utilizado con fines personales y proselitistas”. El presidente surcoreano culmina su mandato en enero y se lo acusa de viajar a Norcorea para ayudar a su partido en las venideras elecciones de diciembre. Para Lee Jung Ki, profesor de inglés en una escuela primaria, el éxito de la cumbre pasará más por los beneficios económicos que pueda obtener Norcorea que por el avance hacia la unificación. En tanto, Lim Young Soon, una ama de casa de 60 años, señaló que sin solución al problema de las armas nucleares norcoreanas, la cumbre no servirá de mucho.
Para hoy, en la segunda jornada de la cumbre, están programadas dos reuniones entre los líderes de ambas Coreas y el anuncio de una declaración conjunta. Los temas que discutirán Roh Moo Hyun y Kim Jong Il se relacionan con la cooperación económica, asuntos humanitarios y militares y el esquema para un eventual acuerdo de paz.
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