Silvio Berlusconi sacudió a la política italiana al anunciar la disolución de Forza Italia y su reemplazo por el Partido del Pueblo Italiano para las Libertades. El magnate de los medios no convenció a sus aliados de la Casa de la Libertad, una coalición conservadora que entró ayer en coma. Gianfranco Fini, presidente de Alianza Nacional y teórico “número dos” del centroderecha, afirmó que no tenía la menor intención de ingresar en el nuevo partido. Ayer también, Berlusconi expresó su disposición a negociar una reforma electoral con el oficialismo de centroizquierda, con la condición de que fuera seguida de nuevas elecciones. Berlusconi siempre se negó a reconocer la victoria de Romano Prodi en la elección de abril de 2006, que fue muy peleada y concluyó con la centroizquierda obteniendo una mínima mayoría en el Senado. El repetido deseo de Berlusconi de derribar el gobierno con un fuerte empujón falló. La aprobación del presupuesto, la semana pasada, con relativa facilidad, fue vista por los aliados y los enemigos de Il Cavaliere como el final del camino de sus tácticas negativas.