EL MUNDO › SE REUNIO EN PARIS CON SARKOZY POR EL CANJE HUMANITARIO EN COLOMBIA
Chávez le presentó al presidente francés una carta de un líder guerrillero prometiendo pruebas de vida antes del 31 de diciembre. La familia de Betancourt dijo que sin esas pruebas la mediación de Chávez no tiene sentido. La negociación del canje humanitario desnuda una interna hacia adentro del grupo guerrillero colombiano.
› Por Eduardo Febbro
desde París
Hugo Chávez llegó a Francia con las manos vacías. El presidente venezolano vino a París para entrevistarse con el jefe del Estado francés, Nicolas Sarkozy, con la promesa previa de entregar “pruebas de vida” de un grupo de rehenes secuestrados por las FARC, entre ellos la franco-colombiana y ex candidata presidencial Ingrid Betancourt. Sin embargo, el mandatario venezolano no presentó en París ninguna prueba material de que los rehenes estaban con vida. Chávez actúa como mediador entre el gobierno colombiano de Alvaro Uribe y las FARC en el delicado contexto del llamado acuerdo humanitario, es decir, el canje de los rehenes a cambio de la libertad de insurgentes de las FARC detenidos en las cárceles colombianas. Luego de que el presidente Uribe aceptara que la senadora Piedad Córdoba actuara como mediadora entre las FARC y el gobierno y que el mismo Chávez ingresara en este complejo enredo político militar y drama humano, la intervención del presidente venezolano empezó a parecer decisiva. Antes de viajar a Francia el mandatario organizó en Caracas un encuentro con enviados de las FARC, Rodrigo Granda e Iván Márquez, y puso en el centro de la perspectiva la obtención de las pruebas de vida de los rehenes de quienes se carece de toda huella. Chávez se comprometió a traer a Francia esas pruebas, pero quienes lo esperaban con ansiedad se tuvieron que conformar con su convicción de que la rehén Ingrid Betancourt estaba con vida y con una carta del líder de las FARC Manuel Marulanda en la cual, según Chávez, las FARC se comprometen a entregar las pruebas antes del 31 de diciembre.
La decepción fue un espejo de las expectativas que el mismo Chávez suscitó con su discursiva mediación. París esperaba con urgencia la prueba de que la colombiana Ingrid Betancourt, secuestrada en febrero de 2002 por las FARC, estaba aún con vida. La última constancia de que Betancourt no murió en las selvas colombianas data de hace cuatro años. Chávez, apenas salió del almuerzo con Nicolas Sarkozy, dijo “Ingrid está viva, estoy absolutamente convencido”. Eso y la carta de Manuel Marulanda, alias Tirofijo, fue lo único que el mandatario venezolano presentó en París. Todo apunta a probar que la conclusión del acuerdo humanitario excede en mucho las especulaciones más complicadas que se pudieron hacer. Resulta sorprendente que las FARC no le hayan suministrado a Chávez las pruebas de vida que él mismo prometió. Es, también, aún más incongruente que Chávez pueda traer una carta del jefe de las FARC y no una foto con un diario fechado de algunos de los rehenes. El presidente alegó ante la prensa europea que era muy difícil, en las condiciones actuales y en medio de ofensivas del ejército colombiano, hacer transitar esas pruebas con parámetros sólidos de seguridad. Chávez reconoció que si bien las pruebas no llegaron siempre creía en las palabras de Marulanda, según el cual los rehenes están todos vivos. Los familiares de Ingrid Betancourt, en público y en privado, también tienen la convicción de que los rehenes no han muerto. La madre de Ingrid Betancourt, Yolanda Pulecio, y su hija Melanie, no criticaron la ausencia de pruebas concretas pero recalcaron que esas pruebas eran necesarias. El más pesimista fue el ex esposo de Ingrid Betancourt, Fabrice Delloye, quien aseguró: “Si en los próximos quince días no hay pruebas de vida, la mediación (la de Chávez) estará terminada”.
Entre los rehenes que podrían formar parte del acuerdo humanitario figuran, además de Betancourt, tres norteamericanos y varios políticos y militares colombianos que componen el grupo de 45 rehenes que la guerrilla ofrece por el canje de 500 rebeldes presos. La ausencia de las pruebas anunciadas por Chávez focaliza la atención hacia el seno mismo de las FARC. ¿Cómo es posible que los delegados de las FARC que acudieron a Caracas hace diez días no las hayan traído? ¿Por qué Chávez insiste en reunirse con Marulanda y se dirige exclusivamente a él? Ambas respuestas parecen encontrarse en una pugna interna en el corazón de las FARC. Se hace cada vez más obvio que existen dos líneas antagónicas dentro de las FARC y que los rehenes son, a su vez, rehenes de ese antagonismo. Según trascendió en el seno de la delegación venezolana presente en la capital francesa, la carta de Marulanda menciona la realización del acuerdo humanitario –canje de rehenes por guerrilleros– como el primer paso de una estrategia más amplia que puede desembocar en un proceso de paz global. Esa postura se opone a la línea defendida por el otro jefe de las FARC, Raúl Reyes, a quien Chávez menciona con cuentagotas. Reyes, histórico partidario de la línea más dura, fija condiciones más drásticas para el intercambio humanitario. Entre ellas figura el “despeje” –desmilitarización– de dos municipios a lo cual Alvaro Uribe se opone.
Esta negociación implica no sólo a Bogotá y Venezuela, también a Francia, a España y a Suiza, los llamados países “amigos” o “facilitadores”, y a los Estados Unidos, que tienen tres ciudadanos en manos de las FARC. Cada una de estas partes espera las pruebas de vida para dar crédito a la negociación en curso. En este contexto, la Corte del distrito norteamericano de Columbia aplazó la audiencia en la que se debía anunciar la sentencia contra el guerrillero de las FARC Simón Trinidad.
El insurgente, arrestado por los servicios secretos colombianos cuando acudía a una entrevista con un emisario francés en Quito, está acusado en Estados Unidos de conspiración para secuestrar a los tres estadounidenses en poder de las FARC. Pero el anuncio de la sentencia se postergó a una fecha no definida, o sea, mientras se esperan los indicios de que las FARC están realmente comprometidas en la liberación de los rehenes. Hugo Chávez se fue si n dejar pruebas y sin alterar demasiado las esperanzas. El presidente intenta hoy mover los inciertos hilos que se pierden en la profundidad de la selva, del horror y de una guerra donde los inocentes son la presa de tigres hambrientos.
La gira de Chávez continuó ayer en Portugal, donde el presidente bolivariano firmó convenios petroleros antes de continuar viaje a Arabia Saudita para la reunión de los países exportadores de petróleo (OPEP).
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