EL MUNDO › LAS FIRMAS DUPLICAN GANANCIAS
Además de sembrar muerte, la guerra de Irak y Afganistán genera jugosas ganancias para las firmas estadounidenses. Esa es una de las conclusiones que sacó en un estudio reciente el Centro para la Integridad Pública. La ONG norteamericana reveló que, en medio de la falta de controles, la mayoría de los contratos beneficiaron a la petrolera Halliburton, una empresa dirigida en su momento por el vicepresidente Dick Cheney, quien apoyó en el 2003 la invasión de Estados Unidos a Irak.
Después de la ocupación estadounidense en Irak y Afganistán, diversas compañías norteamericanas obtuvieron ganancias que hasta el año pasado eran superiores a los 25 mil millones de dólares, más del doble de los 11 millones acumulados en 2004, informó el Centro para la Integridad Pública. Su nuevo estudio refleja que sólo un tercio del total de las empresas contratistas tiene sede fuera de Estados Unidos y más de la mitad de las operaciones llevadas a cabo estuvieron en manos de la Kellogg Brown Root (KBR), una compañía que hasta abril pasado funcionó en Irak como subsidiaria de Halliburton.
La investigación de la ONG permitió confeccionar una lista de cien empresas beneficiadas por las guerras, en la que la petrolera lidera con contratos por 16 mil millones de dólares, entre 2004 y 2006. Halliburton es conocida por sus vínculos con altos oficiales del Pentágono, entre ellos Cheney, quien dirigió la compañía entre 1995 y el 2000, de acuerdo con las evidencias presentadas en una audiencia realizada por el Congreso estadounidense en 2005. Certero en su apuesta, el actual vicepresidente, ferviente impulsor de la invasión a Irak en 2003, aún recibe beneficios financieros de la empresa, informó la agencia venezolana Telesur.
Según el ranking de ingresos confeccionado por la ONG, el valor de los negocios de KBR superó nueve veces a los de Dyncorp, segunda mayor contratista en Irak y Afganistán. Asimismo dejó rezagada en el puesto número doce a Blackwater, una firma estadounidense que recientemente asesinó a diecisiete civiles iraquíes, y aventajó a la industria armamentista Lockheed Martin Corp, que quedó en la decimooctava posición.
Si bien la investigación sacó a la luz las enormes ganancias que alcanzaron las contratistas, las dudas surgen en torno de la capacidad de control sobre dichas compañías. “Mientras que los miles de millones de dólares involucrados y la complejidad de estos contratos relacionados con la guerra no han hecho más que crecer, la falta de supervisión ha aumentado”, advirtió Bill Buzenberg, jefe del Centro estadounidense, en sintonía con lo dicho por el contralor general de EE.UU., David Walker.
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