Vie 23.11.2007

EL MUNDO  › HABRA PROTESTAS EL SABADO EN PARIS CONTRA LA DECISION DE URIBE

Consternado, Sarkozy apoya al venezolano

› Por Eduardo Febbro

Desde París

A pesar de la decepción que había suscitado el presidente venezolano cuando llegó a París a principios de semana, sin las pruebas de vida que él mismo había prometido entregar para atestiguar que los rehenes en manos de las FARC estaban con vida, la decisión de Alvaro Uribe provocó en París una ola de consternación y asombro. La rudeza y los enigmas de las FARC, las incontinencias verbales de Hugo Chávez y la intransigencia del presidente colombiano ya habían complicado un cuadro de por sí dramático. Oficialmente, al igual que el resto de los protagonistas directos o indirectos, el gobierno francés sigue apoyando la gestión de Chávez. “Continuamos pensando que la gestión de Chávez es la mejor opción para la liberación de Ingrid Betancourt y los demás rehenes”, dijo el portavoz del presidente francés, Nicolas Sarkozy. La misma fuente adelantó que en los próximos días el mandatario francés remitirá a Uribe una carta insistiendo en la necesidad de que Chávez siga al frente de la mediación para que se concrete el intercambio de rehenes (45) por guerrilleros de las FARC presos, unos 500.

La presidencia francesa también evocó una llamada telefónica de Sarkozy a Alvaro Uribe, pero aclaró que el presidente iba a esperar “un poco a que baje la temperatura” para efectuarla. La sensación que domina en París es que, de una u otra forma, con excusas distintas, Uribe iba a poner término a la gestión del presidente venezolano. Según el ex marido de la rehén franco-colombiana Ingrid Betancourt, Fabrice Delloye, nada era más evidente: “Está claro que el presidente colombiano no quiere saber nada de un acuerdo humanitario (...). Chávez y Piedad Córdoba –senadora colombiana– eran personalidades inevitables para que en los próximos meses se pudiera llegar a un acuerdo humanitario”, dijo Delloye.

El motivo invocado por Bogotá para sacar a Chávez del medio parece un disparate cuando se vuelve a las declaraciones que Chávez y la senadora colombiana Piedad Córdoba hicieron cuando estuvieron en la capital francesa el martes pasado. La llamada que Chávez le hizo al comandante del ejército colombiano, Mario Montoya, desencadenó la decisión de Uribe, que consideró el gesto como una injerencia en los asuntos internos. Sin embargo, en París, Piedad Córdoba había adelantado que una de las primeras cosas que se iban a hacer al regresar era tomar contacto con el gobierno y los militares para tener conocimiento de las listas con los nombres de las personas que podían ser liberadas dentro del canje. Córdoba dijo incluso que, aunque pareciera increíble a esa altura, no existían listas con nombres firmes de todas las personas involucradas en el canje, tanto rehenes como guerrilleros.

Sin lugar a dudas, la ausencia de pruebas de vida de los rehenes restó fuerza a la intervención de Chávez. Para los familiares de Ingrid Betancourt, si las FARC las hubiesen entregado a tiempo la historia no sería hoy la misma. Con todo, es preciso reconocer que las partes admiten que las FARC tienen su propio tiempo y que es preciso respetarlo a fin de que también demuestren su voluntad de realizar el canje. La presidencia francesa dio a entender ayer que la falta de pruebas no comprometió el papel de Chávez, ya que la reunión entre Sarkozy y Chávez fue “satisfactoria”. Los comités de apoyo a Ingrid Betancourt convocaron para este sábado una marcha de protesta ante la residencia del embajador colombiano en París. Olivier Roubi, portavoz de la Ficib, Federación Internacional de los Comités Betancourt, exigió que Uribe propusiera alternativas: “La prioridad está hoy en evitar lo peor, es decir, las intervenciones militares que Uribe privilegió desde el principio”. Ambas organizaciones recalcaron que las FARC tienen la obligación de aportar las pruebas de vida que prometieron y pidieron a Washington que hiciera presión sobre Uribe.

La drástica salida del presidente colombiano parece tanto más apresurada cuanto que, en vez de deslegitimizar a Hugo Chávez, lo presenta a él como el sepulturero de la paz. Existía la conciencia de que Uribe iba a sacar alguna carta negativa de la manga, pero nadie pensó que sería tan pronto, ni en esas condiciones. La renovada promesa de Chávez de que, según una carta de las FARC, las pruebas de vida llegarían antes de fin de año habían dejado abiertas todas las expectativas y al mismo Chávez en el centro de la solución. Todos reconocen en París que si las FARC hubiesen entregado a Chávez las pruebas, Uribe no tendría hoy el camino libre para seguir operando como siempre lo ha hecho cuando se trata de las negociaciones con las FARC: cerrar a toda costa las zonas de consenso. El presidente colombiano despliega mil atenciones cuando se trata de pactar acuerdos con los paramilitares. Los dos antagonistas, Uribe y las FARC, no han modificado sus respectivas intransigencias. Las FARC mandaron a Chávez con los bolsillos vacíos y Uribe le retiró el estatuto oficial de mediador. No hay prueba de que los rehenes estén con vida, ni de que el gobierno colombiano quiera sacarlos al fin del largo martirio de la selva.

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