Mar 04.12.2007

EL MUNDO

En Río, Lula prometió 22 mil millones de dólares para asistir a las favelas

El plan del gobierno de Brasil es dotar de infraestructura a las favelas de las grandes urbes: Río de Janeiro, San Pablo y Belo Horizonte. Una apuesta a socavar el poder de los narcos.

› Por Juan Arias *
desde Río de Janeiro

Recibido al son del samba, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, visitó la favela de Cantagalo, en Río de Janeiro, protegido por un impresionante operativo de seguridad y arropado por varios ministros y el gobernador del estado de Río, Sergio Cabral. “Aquí habita la esencia de la raza brasileña (...). Los pobres son la sustancia del pueblo”, dijo Lula, que aprovechó su primera visita a una favela desde que es presidente (enero de 2003) para anunciar inversiones por 997 millones de dólares.

El gobierno quiere construir infraestructuras que mejoren la calidad de vida de los habitantes de ésa y otras favelas cariocas: un millón de personas de los seis millones que viven en Río. El plan del gobierno es dotar de infraestructura a las favelas de las grandes urbes brasileñas: Río de Janeiro, San Pablo y Belo Horizonte. En total, el presidente prometió 22 mil millones de dólares para las tres áreas hasta 2010, además de agua corriente y alcantarillado, transporte, escuelas y centros sanitarios. Como dato ilustrativo: en la favela, el índice de analfabetismo es del 30 por ciento, mientras que en un barrio de clase media de Río es del 6 por ciento. Lula también pretende dar a los habitantes de las favelas los títulos de propiedad de sus parcelas. Esta es una promesa muchas veces. Ayer el ministro de las Ciudades, Márcio Fortes, dijo que con este plan “se les va a cambiar la cara a las favelas”. El gobernador Cabral insistió en que esos títulos llegarán a sus dueños.

La gente espera que el gobierno cumpla esta vez y Lula sabe que si no hace algo por recuperar las favelas, ese Estado paralelo en manos de los narcotraficantes que crece en los barrios marginales será cada vez más poderoso. “Río no puede aparecer sólo en las páginas policiales. No es normal ni justo. Es verdad que hay bandidos, como en cualquier lugar del mundo, pero el 98 por ciento son personas que quieren trabajar y estudiar”, afirmó Lula. Aparte de los narcos, los habitantes de las favelas viven amenazados también por las “milicias” de policías corruptos y escuadrones de la muerte.

El poder de los narcos es inmenso: el presidente tuvo que entrar a la favela en medio de una comitiva de cuatro coches ultrablindados, todos iguales, protegido por militares, policías y hasta infantes de Marina. Tuvo que hacerlo por tierra, porque si utilizaba un helicóptero corría el riesgo de ser derribado por los criminales, que poseen lanzacohetes y ametralladoras pesadas.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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