Sáb 22.12.2007

EL MUNDO

Las FARC liberarían a sus rehenes antes del lunes

La expectativa es alta y falta saber dónde será. La familia Betancourt dijo que Néstor Kirchner estaría presente, pero la Casa Rosada guardó silencio. En Brasil admitieron que puede haber una mesa de diálogo en territorio propio.

Clara Rojas, su hijo de tres años y la ex congresista Consuelo González serían liberados entre hoy y el lunes en la frontera entre Colombia y Venezuela. Mientras todos los medios colombianos y venezolanos coincidían en esto, la antigua facilitadora del canje, Piedad Córdoba, se preparaba anoche para viajar a Caracas. Su amigo Hugo Chávez tiene programado pasar otro día en Cuba y volvería al país recién el domingo. Según fuentes cercanas al Palacio de Miraflores, la entrega de los tres secuestrados no sería en la capital venezolana, sino en la zona fronteriza.

Mientras la versión de una liberación inminente en Venezuela ganaba fuerza, también lo hacían los rumores sobre la eventual participación de los gobiernos argentino y brasileño en las negociaciones con las FARC. La familia de Ingrid Betancourt, la rehén franco-colombiana que puso el drama de los secuestrados colombianos en lo más alto de la agenda internacional, celebró ayer la posible presencia del ex presidente Néstor Kirchner durante la entrega de Rojas, su hijo y González. A pesar de los agradecimientos, la Casa Rosada optó por el silencio.

En Brasil, en cambio, el oficialismo rompió el hermetismo. Mientras Itamaraty y el Palacio del Planalto se niegan a hacer cualquier comentario sobre las negociaciones por el canje humanitario, una de las figuras del Partido de los Trabajadores (PT) salió a confirmar un rumor que venía sobrevolando sobre Brasilia y también París. En una entrevista con la agencia de noticias italiana ANSA, el senador Eduardo Suplicy adelantó la posibilidad de instalar una mesa de diálogo entre la guerrilla y el gobierno colombiano en territorio brasileño. “Claro que para que eso suceda es necesario que el presidente Uribe y las FARC consideren deseable esa negociación, debemos ser muy cuidadosos”, aclaró el legislador petista.

El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva se reunió con su par colombiano Alvaro Uribe la semana pasada cuando ambos coincidieron en Buenos Aires para la asunción de Cristina Fernández. Hasta ahora nadie sabe con certeza qué fue lo que discutieron, aunque el asesor de Lula en temas internacionales, Marco Aurelio García, dejó en claro que “no perdieron el tiempo”. Desde entonces, el Planalto, Itamaraty y el PT se niegan sistemáticamente a discutir el conflicto colombiano con la prensa.

A diferencia de lo que sucede en Brasilia y Buenos Aires, en Colombia la vorágine de información no cesa. Temprano a la mañana, Uribe, su gabinete y algunos ex presidentes participaron de un acto en conmemoración del décimo aniversario del secuestro de los rehenes más viejos de las FARC, los cabos del Ejército Pablo Emilio Moncayo y Libio José Martínez. Durante la ceremonia, los ex mandatarios Ernesto Samper, Belisario Betancourt y César Gaviria le pidieron a la guerrilla que reconsidere la propuesta del gobierno de instalar una zona de encuentro durante 30 días en una región rural alejada. Unas horas antes, el presidente Uribe y su canciller Fernando Araújo grabaron un mensaje radial para los secuestrados. “En esta hora de dolor por los secuestrados, no podemos claudicar frente al terrorismo”, aseguró el mandatario.

Más tarde, en una entrevista con el diario venezolano El Nacional, el Alto Comisionado de Paz Luis Carlos Restrepo aceptó por primera vez que Bogotá no se opondrá a que sea el presidente Chávez quien reciba a los primeros liberados. “Si ellos quieren entregar los rehenes al presidente Chávez, que lo hagan. Esto no es un asunto de vanidad. Necesitamos un clima favorable”, explicó el funcionario, quien sin embargo recordó que no se restablecerá la mediación del mandatario venezolano.

Lejos de las negociaciones de las oficinas del Palacio de Nariño, los familiares de Clara Rojas y de la ex congresista González terminaban los últimos preparativos para recibirlas. La mamá de Clara Rojas dejó por un rato el teléfono, al que vigila día y noche desde que se conoció el comunicado de las FARC, y salió de compras. Le compró ropa a su nieto, a quien todavía no conoce ya que nació en cautiverio hace tres años, y un libro para su hija, que cumplió 44 años el jueves pasado. En la otra punta de Bogotá, la hija de González, Patricia Perdomo, buscaba el mejor hospital para llevar a su madre de 57 años cuando la liberen. “Lo primero para nosotros será saber cómo está”, aseguró.

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