Sáb 22.12.2007

EL MUNDO  › CINCUENTA MUERTOS AL DETONAR UNA BOMBA EN UN TEMPLO EN PAKISTAN

Ataque suicida en una mezquita

El blanco parece haber sido el ex ministro del Interior paquistaní, que resultó ileso. Un suicida detonó una bomba cargada de clavos y piezas de metal, mató a 50 y dejó a más de 100 heridos. El conteo de muertos en Pakistán llega a 760 este año.

› Por Omar Waraich y Andrew Buncombe *
desde Islamabad

Por lo menos 50 personas murieron cuando un terrorista suicida detonó un paquete lleno de clavos y pedazos de metal en una mezquita colmada de feligreses, en lo que parece ser un intento de asesinato del ex ministro del Interior de Pakistán. Con la mezquita llena de gente celebrando el feriado más importante de los musulmanes, Aid al Adha, la fiesta del sacrificio, el terrorista se mezcló entre los feligreses y luego detonó el explosivo. Ropa ensangrentada y pedazos de restos humanos quedaron tirados por todo el edificio. El atentado es el segundo desde que el presidente Pervez Musharraf levantó el estado de excepción que había instaurado del 3 de noviembre al 15 de diciembre, invocando la amenaza del terrorismo islámico.

Aunque el ex ministro del Interior Aftab Khan Sherpao resultó ileso, varios policías que lo custodiaban mientras rezaba en primera fila murieron. Más de 100 personas resultaron heridas. “Estábamos orando cuando se escuchó la enorme explosión”, dijo Shaukat Ali, un sobreviviente. Un funcionario de seguridad dijo que la bomba contenía casi un kilo de explosivo y estaba llena de clavos y bolitas de rulemanes. Aunque nadie se adjudicó la autoría del ataque, varias horas después de la explosión funcionarios de seguridad allanaron una escuela islámica en un pueblo cercano y arrestaron a siete estudiantes, algunos de los cuales se decía que eran afganos.

El ataque de ayer, en el pueblo natal de Sherpao, a 40 kilómetros de Peshawar, no fue el primero en su contra. En abril, fue herido levemente por otro terrorista suicida en uno de los muchos ataques llevados a cabo por militantes islámicos que han elegido como blanco a importantes figuras del gobierno de Musharraf. El mes pasado, tres personas murieron cuando una bomba explotó en la puerta de la casa de Amir Muqam, ministro de Asuntos Políticos; Musharraf y el ex primer ministro Shaukat Aziz también han escapado por escaso margen de ataques similares.

Además de poner de manifiesto la amenaza existente de los extremistas islámicos en Pakistán, el ataque de ayer provoca nuevos temores sobre el ambiente en el que se llevarán a cabo las elecciones parlamentarias el mes que viene. El gobierno prohibió toda manifestación política, afirmando que a la luz del ataque a la ex primera ministra Benazir Bhutto en septiembre, cuando 140 partidarios de la líder del Partido del Pueblo de Paquistán (PPP) murieron en Karachi, esas marchas son blanco fácil.

Los ataques islámicos, que se cree que han sido orquestados desde la franja tribal a lo largo de la frontera afgana, crecieron en frecuencia desde que el ejército sitió la Mezquita Roja de Islamabad en julio y mató a más de 100 personas. Aunque el grueso de estos ataques tuvo lugar en la problemática Provincia Fronteriza del noroeste, militares, policías y agentes de inteligencia fueron blanco hasta en Islamabad, en la cercana ciudad de Rawalpindi y en partes del Punjab.

Sherpao, el líder de 63 años de una facción del PPP leal al presidente Musharraf, es de los ministros más intransigentes con los combatientes islamistas del noroeste. Gobernó la Provincia Fronteriza durante los dos gobiernos de Bhutto y se unió al gobierno de Musharraf en 2002. Sherpao era ministro del Interior en el gobierno que Musharraf reemplazó el 16 de noviembre por un gabinete interino encargado de preparar las elecciones.

Con el ataque de ayer asciende a más de 760 el balance de muertos este año en todo el país, casi exclusivamente en atentados suicidas.

Estados Unidos, que considera al régimen de Musharraf como un aliado clave en su “guerra contra el terrorismo”, estima que Al Qaida y los talibán afganos, respaldados por militantes locales, reconstituyeron sus fuerzas en las zonas tribales al noroeste de Pakistán.

Tras el cerco y el asalto contra la Mezquita Roja de Islamabad, en la que murió un centenar de fundamentalistas fuertemente armados, Osama Bin Laden declaró en persona la Jihad, la “guerra santa”, a Mu-sharray y a su régimen, para vengar a estos “mártires”. Y recientemente un comando afín a los talibán anunció, según la prensa paquistaní, que haría todo lo posible para evitar las elecciones legislativas y provinciales previstas para el 8 de enero.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Traducción: Celita Doyhambéhère.

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