Dom 23.12.2007

EL MUNDO

Los familiares de los tres rehenes de las FARC se aferran a la esperanza

Clara González, madre de la Clara Rojas y abuela de Emmanuel dice sentirse privilegiada y tranquila a la espera de la llegada de ambos. Y Patricia Perdomo, hija de Consuelo González, quiere que ésta conozca a su nieta.

› Por Katalina Vásquez Guzmán

Desde Medellín

Con una voz suave y unas frases cortas, Clara González se declara soprendida, tranquila, privilegiada. Es la madre de Clara Rojas, secuestrada hace más de cinco años cuando era jefa de la campaña a presidenta de Colombia de su amiga Ingrid Betancourt, quien es ahora el rostro más popular y doloroso del drama del secuestro en este país. La otra cara, la que ni sus familiares conocen, es la de Emmanuel, hijo de Clara nacido en cautiverio hace cuatro años. Su abuela supo este miércoles que la guerrilla de las FARC los liberaría junto a la ex parlamentaria Consuelo González.

A la señora la noticia le llegó a su casa por la televisión. Como de costumbre, el aparato estaba apagado al mediodía pero el teléfono sonó: “Encendé rápido el televisor y poné las noticias que están diciendo que van a soltar a Clarita y al niño”. “La sorpresa fue enorme –contó doña Clara a Página/12–, aunque no es fácil creer que todos estos años tan largos y difíciles vayan a terminar. Me siento privilegiada porque saldrán libres Clarita y el niño.” Ese pequeño, que ha pasado la vida entre montañas, fusiles y guerrilleros, no será el único que conocerá a su abuela gracias a esta liberación.

María Juliana tiene dos años de edad y es la nieta de Consuelo González de Perdomo, a quien el grupo insurgente colombiano secuestró de 51 años en septiembre de 2001. Hoy, Consuelo es la persona secuestrada de mayor edad entre el llamado grupo de canjeables, con quienes, de darse, se negociaría un acuerdo humanitario a cambio de guerrilleros presos. “Después de un gran abrazo a mi mami creo que lo más emocionante será que conozca a mi hija”, le dijo a este diario Patricia Perdomo.

A la mañana siguiente de que, por la radio, se enteró de que su madre secuestrada regresaría a casa, Patricia despertó tranquila: “Se me quitó un peso de encima, no sentí el dolor de espalda de todos los días y físicamente estaba renovada”. El espíritu de la mujer, también contagiado de alivio, estaba como brincando de alegría. “Todos estamos felices, no estamos desesperados, es un hecho que la guerrilla va a liberar a mi mami, a Clara y a Emmanuel, y esto le tiene que mostrar al gobierno que hay que ceder y que se puede llegar a un punto donde el acuerdo humanitario sea posible.” Por su parte la madre de Clara, en medio de llamados y llamados telefónicos de todo el mundo, dice que siente confianza en el gesto de las FARC: “Es necesario pensar que van a cumplir”.

En las dos familias y el mundo hay incertidumbre sobre cómo será el proceso de entrega. Se sabe, porque así lo anunció la guerrilla y lo aceptó el gobierno colombiano, que los tres rehenes serán entregados al presidente venezolano Hugo Chávez. Patricia Perdomo le contó a este diario que, hasta ahora, “no nos han dicho nada. No sabemos nada más distinto a lo que se especula en los medios”. “No tengo información sobre cuándo ni dónde será la entrega”, dijo Clara González de Rojas.

Las madres, los hijos, los nietos, los amigos, se preparan para recibir a Consuelo, Clara y Emmanuel. Ambas familias viven en Bogotá y esperan que lleguen para celebrar juntos, después de tantísima ausencia, la Navidad. Mientras unos compran regalos y otros, como Patricia, piensan en llevar a su madre al hospital y en prepararle una muy buena cena. La joven dice que está agradecida con Dios por lo que pasa pero que su felicidad está incompleta “pues faltan hoy cientos de colombianos en poder de las FARC que también son mi familia”.

El grupo de militares, policías y políticos en poder de las FARC que podrían ser liberados en un eventual intercambio humanitario es de 45, pero se calcula que esa guerrilla tiene como rehenes a unas 800 personas, entre ellas a Ingrid Betancourt. De pedidos por su liberación están llenas las calles de París (ver página 26) y las ciudades colombianas. Su ex marido, Juan Carlos Lecompte, está sobrevolando las selvas colombianas occidentales para lanzar fotografías de sus hijos. También, navegando ríos de la frontera con Venezuela, Juan Carlos distribuye las imágenes entre comunidades indígenas. Quiere que alguna de ellas llegue hasta Ingrid quien, según declaró desde la ciudad de Mitú a Página/12, “debería ser liberada en cuestión de días o semanas, no sólo por el aspecto de flaca y destrozada que vimos en el video reciente, sino porque todos los secuestrados no aguantan más”.

A Juan Carlos, la noticia de la liberación de Clara, su hijo y Consuelo, lo llenó también de alegría. “Espero que regresen a su hogar cuanto antes para poder hablar con Clara y la señora Consuelo. Ellas y el niño merecen estar libres, y para los familiares de los secuestrados esta noticia nos da esperanzas de que vamos por un camino que puede encontrar salida a la crisis del secuestro”, afirmó Lecompte, quien desea que el presidente Uribe se apiade de ellos y pueda regresar el gesto unilateral de las FARC. Sobre la posible participación del gobierno argentino en procesos para conseguir el intercambio en Colombia, el marido de Ingrid Betancourt dice que es “maravilloso”. “Es otra noticia que me alegra mucho. Cuando hablé con Cristina y Néstor Kirchner me ofrecieron su buena voluntad para hacer lo que pudieran y espero que se involucren. Mientras más presidentes y países unan esfuerzos por los secuestrados en Colombia, la libertad evolucionará más rápido”.

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