Al menos 30 personas murieron y otras 38 resultaron heridas el martes cuando un terrorista suicida hizo estallar un artefacto explosivo en medio de una multitud que había acudido a un funeral. Fue el ataque más letal en la capital en meses. Muchas de las víctimas eran niños y la fuerza de la explosión desparramó brazos y piernas cerca del lugar del ataque. Las fuentes policiales explicaron que el suicida detonó la carga explosiva que llevaba pegada al cuerpo durante el funeral de un antiguo oficial iraquí en el barrio de Zayuna.

Muchos amigos y parientes del muerto se habían reunido para rendirle su homenaje al hombre asesinado hace tres días por una autobomba en la plaza Tayaraan en el centro de Bagdad. Además, otras 38 personas resultaron heridas en este ataque, ocurrido a primera hora de la tarde durante el entierro de un ex militar chiíta del ejército iraquí en el barrio de Zayuna, al este de Bagdad, según la policía. Una mujer que escapó de la muerte corrió por la calle llorando y gritando que cinco de sus hijos habían muerto. Luego se desmayó, dijo un vendedor que dijo llamarse Abu Firas. “Muchos niños murieron”, agregó.

Se trata del atentado más sangriento perpetrado en Irak en los últimos cinco meses, concretamente desde el 1º de agosto, cuando 80 personas perecieron en un triple atentado, 50 de ellas en un ataque con camión-bomba en Bagdad. El pasado 28 de diciembre, 14 personas fallecieron en un atentado suicida con coche-bomba en un mercado del centro de Bagdad, una zona mayoritariamente chiíta. Entre las víctimas se encontraba el oficial cuyo funeral se celebraba en el momento en que el kamikaze se inmoló el martes. Los funerales se han convertido en uno de los blancos predilectos de los grupos terroristas, ya que buscan causar el mayor número de víctimas entre los civiles.

Los atentados en la capital iraquí siguen siendo frecuentes, aunque la violencia había disminuido considerablemente en los últimos meses. La explosión en el vecindario de Zayuna fue inusual no sólo por el gran número de muertos sino porque tuvo lugar en un barrio que tiene una gran presencia militar y policíaca iraquí, con muchos puestos de control y barreras destinadas a evitar que los atacantes entren en el área.

El ejército estadounidense y las autoridades iraquíes afirman que los ataques se redujeron en un 62 por ciento desde junio, sobre todo en Bagdad, donde el ejército estadounidense lleva a cabo una ofensiva de gran envergadura desde febrero. Paralelamente a la disminución de los muertos civiles, el número de militares estadounidenses muertos en Irak también está reduciéndose desde mayo. En diciembre, 21 soldados estadounidenses murieron violentamente en Irak, según un cálculo basado en cifras del Pentágono. Sin embargo, el año 2007 fue el más duro para las tropas estadounidenses en este país, ya que perdieron un total de 896 soldados.