El crecimiento del senador de Illinois se explica por el apoyo de los jóvenes, los nuevos votantes y los independientes. En las elecciones de hoy, Hillary desea revertir la tendencia.
› Por Antonio Caño *
desde Nashua, Nueva Hampshire
Subido a una ola tan grande como las que acomete cuando hace surf en las playas de su querido Hawai, Barack Obama llega a las importantes elecciones primarias de Nueva Hampshire con la etiqueta de favorito y en excelentes condiciones de revalidar su reciente triunfo en Iowa, silenciar a los escépticos y tomar impulso hacia la Casa Blanca. Más que respaldado por las encuestas, que le dan una media de diez puntos de ventaja sobre Hillary Clinton, Obama llega hoy a Nueva Hampshire aupado por un creciente estado de opinión de que su candidatura ofrece pocas fisuras y reúne casi todos los requisitos para triunfar. Clinton necesita éxitos contundentes y rápidos para frenar esa tendencia, a menos que pudiera hacerlo uno de esos sucesos imprevistos que, a veces, se cruzan en el camino del éxito.
Por ahora no se vislumbra nada así. El crecimiento de Obama, que se explica fundamentalmente por el respaldo de los jóvenes, los nuevos votantes y los electores sin una particular adscripción política, se ve potenciado en Nueva Hampshire por la presencia de un 47 por ciento de votantes que no están registrados por ninguno de los dos partidos.
Tan decisivo puede ser ese sector del electorado aquí que el principal contendiente de Obama hoy podría no ser otro demócrata sino el favorito en las filas republicanas, John McCain, un conservador moderado que también tiene un fuerte magnetismo entre los votantes no afiliados. Puesto que los independientes están autorizados por ley a votar en las primarias, podrían hacerlo hoy a favor de cualquier candidato de cualquier partido.
McCain tiene también una ventaja significativa en las encuestas sobre su principal rival, Mitt Romney, para quien una derrota aquí supondría casi el final de su carrera. El vencedor republicano en Iowa, el pastor protestante Mike Huckabee, está lejos de los puestos que encabezan en Nueva Hampshire, un estado donde la base política religiosa es pequeña. Huckabee se encuentra amenazado incluso por el republicano libertario Ron Paul, que con su programa ultraliberal en todos los sentidos ha conseguido un notable apoyo entre los jóvenes.
Una victoria de McCain colocaría de nuevo a éste en una posición competitiva, pero en absoluto le garantizaría la nominación republicana. Después viene Carolina del Sur, un estado mucho más conservador y más incómodo para la plataforma centrista del senador de Arizona. Precisamente, en Carolina del Sur murieron hace ocho años sus aspiraciones presidenciales después de haber derrotado ampliamente a George Bush en Nueva Hampshire.
Nueva Hampshire tampoco va a ser decisivo para los demócratas, pero un segundo triunfo de Obama tendría un enorme impacto en el resto de la campaña. Las dos grandes ventajas que Clinton tenía sobre Obama al comienzo de las primarias se van esfumando con el paso del tiempo. Por un lado, los electores parecen estar más interesados en el cambio que representa Obama que en la experiencia que garantiza Clinton. Aquí en Nueva Hampshire también, según los sondeos de las televisiones, para más de un 35 por ciento de los votantes el principal factor para tomar una decisión es la oferta de cambio. Sólo un 12 por ciento tienen en cuenta la experiencia por encima de otra cosa.
Todavía más importante aún que eso es el hecho de que su victoria en Nueva Hampshire convierte al senador por Illinois en un candidato elegible; deja de ser una ilusión para convertirse en una realidad. Según los sondeos, mientras que hace apenas un mes sólo un 9% de los ciudadanos de este estado consideraba a Obama un posible ganador en las elecciones presidenciales de noviembre –más de un 20 por ciento apostaba por Clinton–, ahora el joven político afroamericano supera a la ex primera dama por casi diez puntos en cuanto a elegibilidad.
Sólo la lógica de la política y el largo camino por delante –de hecho, Clinton sigue ganándole en las encuestas nacionales– obligan a ser prudentes aún sobre la suerte de este apasionante duelo. Algunas figuras de gran prestigio comienzan ya a anticipar la magnitud de lo que se viene. El antiguo senador Bill Bradley, que hizo ayer campaña junto a Obama en Nueva Hampshire, anunció que “está construyendo una nueva coalición de demócratas, independientes y republicanos que resucita el idealismo y puede crear una nueva era en la política norteamericana”.
Frente a eso, Clinton sólo puede advertir que “podemos hacer poesía en la campaña, pero después hay que gobernar en prosa”.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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