EL MUNDO › OLMERT Y ABBAS ACORDARON INCLUIR TODOS LOS TEMAS EN LA AGENDA
› Por Donald Macintyre *
desde Jerusalén
El presidente George Bush llega hoy a Israel en medio de un gran despliegue de seguridad de más de 10 mil policías y un clima de incertidumbre sobre si su visita le dará el muy necesitado impulso al incipiente proceso de paz israelo-palestino. En la víspera de su visita de tres días a Israel y a Cisjordania, el primer ministro Ehud Olmert y el presidente palestino Mahmud Abbas acordaron una agenda de negociación que cubriría todos los temas relacionados con el futuro Estado palestino. Bush ya adelantó que el acuerdo macro debería estar listo para fines de este año, cuando él deja la Casa Blanca.
Sobre esos temas intentarán lograr un bosquejo de acuerdo para fines de 2008. Los puntos más difíciles serán las fronteras, el futuro estatus de Jerusalén y el destino de las familias de los refugiados palestinos que huyeron o fueron echados de sus hogares durante la guerra de 1948. Bush se reunirá con Olmert y Abbas por separado, y también asistirá a una cena organizada por Olmert mañana a la noche. En el encuentro con Olmert, el mandatario también discutirá la supuesta amenaza iraní. En sus momentos libres, el presidente norteamericano visitará Capernaum, Galilea y Belén, tres lugares históricos para el cristianismo.
Mientras los preparativos avanzaban ayer en Ramalá y Tel Aviv, en Gaza, el territorio dominado por Hamas, miles de palestinos se manifestaban contra la visita de Bush. Bajo la lluvia, una multitud recorrió las calles de Gaza cargando simbólicamente unos treinta féretros vacíos con los nombres de los palestinos que, según ellos, murieron por el rechazo de Israel a dejarlos salir de la franja para ser atendidos. Tras una primera manifestación dirigida por Hamas, miles de palestinos volvieron a salir a las calles, convocados por otro movimiento radical, la Jihad Islámica.
Ajenos a los cuestionamientos de Gaza, los funcionarios israelíes estaban preocupados ayer por las implicancias que podría tener una negociación a agenda abierta. Sin embargo, se mostraron optimistas y rechazaron la versión que hablaba de una posible ruptura entre Olmert y la ultraderecha que lo acompaña en la coalición gubernamental.
Para los palestinos el acuerdo sobre la agenda es esencial ya que una de sus demandas más importantes es que Jerusalén oriental sea su capital. Por eso, se espera que Olmert refuerce sus anteriores declaraciones y exija la adhesión palestina a las obligaciones de seguridad en la primera fase del “mapa de ruta” acordado internacionalmente. Israel también sumaría sus propias obligaciones. Estas incluyen un cese de asentamientos y el desmantelamiento de los asentamientos “no autorizados”.
Lo cierto es que estas promesas no son nuevas. Sin embargo, Mark Regev, el vocero de Olmert, aseguró que las dirección asumida por el nuevo gobierno interino del primer ministro palestino Salm Fayyad crearon “un nuevo ambiente que las hacen factibles”. Sus palabras, no obstante, no terminan de convencer a los palestinos. Los jefes negociadores destacaban ayer algunas de las medidas israelíes que ellos consideran provocativas, como los planes para construir más de 300 casas en el asentamiento de Jerusalén oriental de Har Homa y un ataque militar israelí la semana pasada a Nablus (Cisjordania) donde Fayyad ha estado trabajando para mejorar la ley y el orden.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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