EL MUNDO › CASI SIN BUSCARLO, CONECTO CON SU ELECTORADO
Parecía perdida y la daban por muerta en la primaria de New Hampshire, pero emocionó a los televidentes que la vieron al borde del llanto. Era lo que todos esperaban.
› Por Antonio Caño *
desde Nashua
Favorecida por una enorme movilización del voto de las mujeres, Hillary Clinton ganó las primarias de New Hampshire, recuperó todas sus aspiraciones a obtener la candidatura demócrata a la presidencia y le puso a esta campaña electoral la etiqueta de un momento emocionante y decisivo de la política norteamericana, una campaña que, como ha anunciado la victoriosa senadora de Nueva York, “va a transformar América”.
Barack Obama, vencido por poco más de siete mil votos, mantiene sus esperanzas en lo más alto, pero tiene primero que sobreponerse a una derrota que no habían previsto ni él ni ninguna de las doce empresas de opinión que habían hecho encuestas en este estado.
La “obamamanía” desatada en el país tras la victoria del único candidato negro en los caucus de Iowa fue contestada con una participación record en las elecciones de New Hampshire, especialmente entre las mujeres. Un 57 por ciento de los que acudieron a las urnas el martes eran mujeres, según los sondeos hechos ese día por las principales cadenas de televisión.
Hillary Clinton, que ganó las elecciones sólo por algo más de dos puntos, obtuvo trece puntos de ventaja sobre Obama entre el voto femenino. Necesitó el joven senador de Illinois ganar por doce puntos entre los hombres para poder equilibrar la situación, confirmando, por otra parte, la enorme brecha que se ha abierto en el Partido Demócrata en relación con el sexo de los votantes. Esto se registra todavía con más claridad a medida que avanza la edad de los electores: entre las mayores de 50 años –el grupo que tiene más en su memoria la discriminación femenina y la lucha por la igualdad de derechos–, la ventaja de Clinton sobre Obama supera los veinte puntos. Dos de cada tres votantes de Clinton el martes fueron mujeres.
En varios centros electorales de New Hampshire era visible el martes la presencia de grupos de mujeres por encima de los cuarenta años, vestidas con camisetas con la leyenda “Women for Hillary” y animando a las concurrentes a aprovechar esta oportunidad histórica que se les presenta de llevar a una mujer a la Casa Blanca. Puede haber influido en esta movilización, la reacción airada de Clinton cuando, en el último debate en New Hampshire, se negó a ser retratada por sus oponentes como la candidata del statu quo y aseguró que ella también promovía el cambio “pero con hechos, no con palabras”. Algunos analistas creen detectar, asimismo, el efecto causado por el momento de debilidad ofrecido por Clinton en una reunión con votantes el lunes, al no poder contener las lágrimas cuando describió los sacrificios que le ha costado mantenerse hasta la fecha en la vida política. Esas lágrimas convencieron a muchos –sobre todo a muchas– de que Clinton es también un cálido ser humano.
Hillary Clinton parece ahora potenciar ese ángulo, y así se entendieron sus primeras palabras a sus seguidores en la victoriosa noche del martes: “Esta última semana los escuché, y en el proceso he encontrado mi propia voz”.
Clinton no podrá lagrimear para ganar las siguientes contiendas electorales. Obama tuvo en New Hampshire un resultado que hasta hace un mes hubiera sido considerado un gran éxito. Está bien situado en Nevada y mejor aún en Carolina del Sur, escenarios de los próximos caucus y primarias. Descartado ya John Edwards, que fue un distante tercero el martes, esto va a ser un duelo sin tregua. Obama sigue convencido de que lo que él representa, esa “nueva mayoría” construida con jóvenes, independientes, demócratas y republicanos desencantados y ansiosos de cambio, no puede ya ser detenido pese a que, como dijo el martes, “el coro de cínicos sonará todavía más fuerte a partir de ahora”. No importa, insistió. “Nada puede interponerse en el camino de millones de voces que reclaman el cambio”, afirmó.
Pertrechándose para esa batalla, Obama viajó el miércoles a Nueva York en busca de fondos para reponer sus arcas y despachó a varios de sus ayudantes a Nevada a intentar ganar apoyos en ese estado. Aunque da la impresión de que nada se decidirá antes del supermartes del 5 de febrero –con elecciones en dos docenas de estados, algunos tan importantes como California, Nueva York o Nueva Jersey–, cualquier victoria puede ahora influir de una manera imprevisible. “Cualquiera que intente anticipar el comportamiento de los electores es muy probable que se equivoque”, ha advertido Obama.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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