El presidente norteamericano lagrimeó y dijo “debimos haber bombardeado” al ver las fotos del campo de concentración de Auschwitz en el Memorial de Jerusalén, tras visitar Cisjordania.
El presidente estadounidense George W. Bush, visiblemente emocionado, terminó ayer en el Memorial del Holocausto, Yad Vashem, en Jerusalén, una visita histórica a Israel y Cisjordania, durante la cual predijo un acuerdo de paz antes de finales de año. “Debimos haber bombardeado”, dijo Bush al ver fotografías de Auschwitz.
Bush estaba acompañado por el presidente israelí Shimon Peres, el primer ministro Ehud Olmert y el presidente de Yad Vashem, Tommy Lapid. La ministra israelí de Relaciones Exteriores, Tzipi Livni, y la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, también tomaron parte en la visita. Después de haber recorrido las galerías del memorial que documentan las etapas del genocidio de los judíos por los nazis, Bush, vestido con traje azul marino y con la cabeza cubierta por una kipá, escuchó a una coral infantil que cantó un poema escrito por Hanna Senech, víctima de la Gestapo en Hungría. Cabizbajo y con lágrimas en los ojos, Bush puso una ofrenda floral, traída por dos marines en uniforme de gala, junto con la llama eterna en memoria de los seis millones de víctimas judías del Holocausto.
El mandatario estadounidense declaró luego que el museo es un recuerdo sombrío de que “el Mal” sigue existiendo y de que hay que enfrentarse a él. “Me impresionó mucho que la gente, frente al horror y al Mal, no abandonara a su Dios”, dijo. “Enfrentados a crímenes indescriptibles contra la humanidad, espíritus valientes, jóvenes y viejos, se mantuvieron firmes en sus convicciones. Es un honor estar aquí, es una experiencia conmovedora, es una memoria viva importante”, afirmó Bush antes de retirarse del museo. Yad Vashem es un monumento habitualmente visitado por todos los dignatarios extranjeros que llegan a Israel.
Más tarde, el director del museo, Avner Shalev, reveló que el presidente le había comentado a su secretaria de Estado, Condoleezza Rice, que lamentaba que Estados Unidos no hubiese bombardeado las vías de acceso al campo de concentración de Auschwitz para terminar con el horror que se estaba llevando a cabo en el lugar. El comentario lo provocó el ver fotografías aéreas de campos de concentración tomadas por pilotos estadounidenses. En 2005, el entonces presidente israelí, Moshe Katzav, dijo durante el 60 aniversario de la liberación de Auschwitz que la destrucción de las líneas férreas que conducían al campo habría salvado numerosas vidas. Durante el recorrido de una hora por el centro, Bush estuvo al borde de las lágrimas en varias ocasiones, afirmó Shalev.
Bush, un metodista devoto, oró el jueves en la iglesia de la Natividad en Belén, construida sobre el lugar donde se cree que nació Jesús. El mandatario, que una vez dijo que Jesús era su filósofo preferido, viajó en helicóptero a Galilea, en el norte de Israel, donde visitó la iglesia de la Beatitudes, en las colinas desde donde Cristo pronunció su Sermón de la Montaña, en el que dijo “felices los que trabajan por la paz”, según el Evangelio de San Mateo. Se trata de la primera visita de Bush a Israel y a los territorios palestinos ocupados de Cisjordania desde que asumió el cargo, en 2001, y su objetivo es lograr un triunfo de su política exterior en el último año de mandato forjando un acuerdo de paz. El mandatario predijo el jueves que el tratado de paz definitivo será firmado en el lapso del corriente año y urgió a ambas partes a tomar “decisiones difíciles” para permitir la creación de un Estado palestino y poner fin a 40 años de ocupación israelí.
Ayer finalizó la gira de tres días de Bush a Israel y Cisjordania, su primer viaje a Tierra Santa desde que llegó a la Casa Blanca en 2001. El avión presidencial, el Air Force 1, dejó el aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv con destino a Kuwait, tras una breve ceremonia de despedida en la que Bush anunció que volvería a Israel en mayo para participar en las celebraciones del 60 aniversario de la fundación del Estado judío.
Y mientras se prepara para una gira por Estados árabes del golfo Pérsico –Kuwait, Bahrein, Emiratos Arabes Unidos y Arabia Saudita–, Bush llamó a los países árabes a “extender la mano a Israel, un paso que se necesita hace mucho tiempo”.
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