EL MUNDO › LAS ENCUESTAS LO UBICAN DOS PUNTOS POR DEBAJO DE LA FAVORITA DEMOCRATA HILLARY
Hoy 22 estados acuden a las urnas para elegir a sus candidatos a suceder a George Bush y en todos ellos el senador de Illinois asciende en las encuestas; en muchos, con claras opciones de victoria frente a la ex primera dama. John McCain es el favorito indiscutible entre los republicanos.
› Por Antonio Caño *
desde Los Angeles
Los precandidatos presidenciales cruzaron el país en una lucha frenética por ganar popularidad antes de las primarias del “supermartes” que tendrá lugar hoy. En este nuevo round, el estado de California aparece como el terreno de batalla clave para ambos partidos en una carrera sin límites, impredecible y atrapante. Para los demócratas, el senador de Illinois Barack Obama espera que el estado dorado sea el que le permita convertirse en la gran figura. Y la expectativa del precandidato no es exagerada en momentos en que la mayoría de los sondeos lo muestran apenas dos puntos por debajo de Hillary Clinton. Todo le ha salido bien en los últimos días al muchacho demócrata, comenzando por la derrota de Clinton en Carolina del Sur, el 29 de enero, y el apoyo posterior que recibió de Ted Kennedy, quien hizo campaña enérgicamente por el nuevo líder.
Algo grande está pasando en Estados Unidos cuando 10.000 personas de todas las razas y edades reunidas en el estadio de la Universidad de California en Los Angeles (UCLA) gritan al unísono “¡Sí, se puede!”, en español, en un acto insólito, representativo de una nueva política, de un nuevo estilo, y presidido por cuatro mujeres célebres, únicas e incomparables entre sí: Michelle Obama, la esposa del candidato presidencial demócrata; Caroline Kennedy, la hija del ex presidente John Kennedy; Oprah Winfrey, el rostro más popular de la televisión, y Maria Shriver, la mujer del gobernador de California, Arnold Schwarzenegger.
Un acto que el director de las páginas de opinión de The New York Times, Andrew Rosenthal, calificaba ayer como “el mejor mitin electoral conocido en veinte años de cobertura de campañas presidenciales”. El acto capturó la atención del público de California en una jornada en la que competía con la celebración del Super Bowl y confirmó que el fenómeno electoral de Barack Obama llega en plena efervescencia a su cita con el crucial supermartes. Veintidós estados acuden a las urnas hoy para elegir a sus candidatos presidenciales, y en todos ellos Obama asciende en las encuestas; en muchos, con claras opciones de victoria. John McCain es el favorito indiscutible entre los republicanos.
La excepcionalidad del acontecimiento de la UCLA no radica sólo en la categoría de sus oradores –que lo es, porque nunca antes habían participado en este tipo de actividades–, sino en lo que ese acto dice sobre el mensaje de Barack Obama. Lo explicó, en parte, su esposa, Michelle, cuando se quejó de que “esta nación está todavía demasiado guiada por el miedo”. “Hemos creado una generación –añadió– que vive en la duda, en el aislamiento, en la desconfianza.”
Pero lo argumentó mejor que nadie Oprah Winfrey al confesar que, por primera vez en su vida, se sentía una persona libre para votar por quien quería votar, no por el que más convenía ni por el menos malo ni por el candidato de su partido, sino por quien realmente quería votar. Dijo que se sentía, además, “una mujer libre”. Recordó que, cuando estuvo en Iowa, haciendo campaña para Obama, una mujer se le acercó y la llamó traidora. Traidora ¿a quién?, pensó. ¿A las mujeres o a los negros? A nadie, decidió. Ahora se siente una mujer libre, “sin limitaciones de raza o sexo”.
Este mensaje de libertad, esperanza y cambio se ha extendido por todo el país en cuestión de días. Con excepción de The New York Times –Rosenthal pedía ayer a Hillary Clinton que escuchara atentamente, “muy atentamente”, lo que se oía en la campaña de Obama–, los principales diarios de los estados en los que hoy se compite han apoyado al joven senador negro. En Los Angeles, San Francisco, Boston, Chicago, Atlanta, Kansas... Todas las cabeceras de referencia, sin excepción, comparten el entusiasmo por el discurso transformador de Obama. Frente a ello, Clinton cuenta aún con el arma de la inevitabilidad. Sigue siendo a los ojos de los analistas la candidata verosímil frente a la fantasía que rodea a su rival.
Pero la elección inevitable de Clinton se ha ido poniendo en duda desde que Obama venció en Iowa y, de forma más acelerada, tras su triunfo en Carolina del Sur. Cuando para millones de norteamericanos llega la hora de decidir en las urnas, subsiste la incógnita sobre cuánto combustible le queda a Clinton en la reserva para afrontar esta fecha. Las encuestas auguran un final de fotografía. Y, si es así, esta carrera continuará más allá, quizás hasta la convención demócrata de agosto.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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