EL MUNDO › ESCENARIO
› Por Santiago O’Donnell
La fuente pide estricta reserva. Tiene experiencia. Está metida en la delicadísima tarea de facilitar un acuerdo de paz entre las FARC y el gobierno colombiano que incluya la liberación de los rehenes de la guerrilla. Estuvo en la selva. Habla con jefes de Estado.
Accede a marcar la cancha y contar cómo se mueven los jugadores... en la superficie. Porque hay algo más. Hay negociaciones. Intensas. Secretas.
“De eso no te puedo decir nada”, repite tres veces, cada vez más impaciente, ante distintas formas de preguntar lo mismo. Pero al final deja algunas pistas. Mientras tanto, la guerra sigue su curso.
El gobierno colombiano. “En el gobierno existe la convicción de que se van dando las condiciones para vencer militarmente. Creen que están ganando la guerra y que ya no están a la defensiva como hace algunos años. Hay algún elemento de verdad en esto. Las FARC se alejaron de las ciudades y en la selva pasaron del control territorial al control de enclaves móviles, salvo el sudsudeste, que sigue en su poder. Hay algo de verdad en esto. Pero si te das manija pensando que estás venciendo militarmente, una solución pacífica negociada te interesa poco. Pero el gobierno no es homogéneo. Uribe es más flexible y no descartaría un proceso de negociación. Pero la gente que lo rodea, como el ministro de Defensa (Santos), es más dura, no quiere negociar. Además por el lado colombiano hay veto total, absoluto y definitivo a que Chávez se inmiscuya en los asuntos internos de Colombia.”
Las FARC. “Las FARC tienen un problema interno que no es menor. Están pegados con saliva. Tenés un jefe, ‘Tirofijo’ Marulanda, que está muy enfermo, tiene un límite acotado de vida, que se calcula en seis a ocho meses. Se muere y las FARC entran en un proceso de feudalización total. El secretariado se desarma y cobran mucha fuerza los mandos medios al frente de los enclave. Si eso pasa no hay solución porque no hay interlocutor. Pero negociadores occidentales tienen un sentido del tiempo y de la urgencia que no tiene nada que ver con la de los guerrilleros que llevan 40 años en la selva. En la selva un día puede ser un mes y las urgencias no son urgencias. La pregunta clave es si las FARC tienen necesidad de pacificar o no. Si ellos no creen que precisan la paz, olvidate. Te diría que le interesa a un 10% y al otro 90% la reinserción le interesa bastante poco. Tienen un buen negocio con la droga, no quieren insertarse como agricultores, no les interesa romper el statu quo. Pero no es un dilema insoluble. Hay que saber detectar las oportunidades.”
Venezuela. “Del lado de Chávez la cosa es contradictoria. Por un lado efectivamente participan de la liberación anterior y de esta liberación. A la vez manda el mensaje de ‘no me meto más, no me puedo ocupar del tema’. A sus amigos les dice: ‘Perdimos el referéndum por la cuestión colombiana’, pero habla, habla. Dice una cosa pero hace otra. Hace una semana dijo que no se metía más, ahora dice que va a ir a Colombia. Pero Chávez interesa porque es una de las escasísimas vías de interlocución con las FARC. Es casi la única puerta de entrada y hay que protegerla y cuidarla, te guste o no el personaje.”
Francia. “Está jugando fuerte por Betancourt, pero Sarkozy parece un personaje que recién entra a la política, parece mentira que fue ministro del Interior durante cinco años. Hace cosas raras. Dice que se va a meter en la selva. Mandó a su canciller (Kuchner) a Colombia a decirle a Uribe lo único que no debía decirle: que le dé participación a Chávez. Lo único que no había que hacer lo hizo. Uribe se volvió loco y me consta que trató muy mal al canciller francés. Cuando tenés avidez por salir en la foto la cosa termina en desastre. Fijate que fue a Libia y después negó que hubiera canjeado armas por enfermeras y después tuvo que bancarse que Kaddafi se le instale en una carpa en Paris y se ponga a repartir detalles del acuerdo. Le costó 15 puntos de popularidad. Me parece medio improvisado.”
Estados Unidos. “Son más realistas que buena parte de los que están metidos en esto. Shannon es un tipo razonable. Se puede hablar, se puede discutir. No habría veto norteamericano a la negociación. Si podés barrer militarmente a las FARC adelante, pero si se abre un camino de paz también apoyan, el asunto es eliminar el conflicto.”
Brasil. “Están interesados, están activos, presentes, y son tipos que se mueven mucho. Brasil es Brasil y Lula tiene mucho peso. Lula es confiable con Uribe y no es adversario de Chávez, es un pais bisagra.”
Argentina. “De Argentina no sé nada, no sé cuál es su política exterior. Taiana me parece una persona muy correcta. En este tema Brasil le está dando una mano importante.”
Cuba. “Está ahí pero no tiene mucho juego porque tiene muchos problemas con las FARC.”
España. “Está muy ocupada con la campaña presidencial, se iba a hacer una reunión en Madrid pero al final se canceló. Pero puede ser la puerta para lograr el apoyo de la Unión Europea, porque es más creíble que Francia.”
Suiza. “Es importante por su relación con la Cruz Roja, que es un organismo clave.”
Organismos multilaterales. “La Cruz Roja es fundamental. Tiene datos topográficos que no tiene nadie. Son serios y creíbles. La OEA tiene mucho interés en el tema y está activa. Ya no es la vieja OEA alineada con Estados Unidos. Es una OEA regionalista, que actúa con independencia.”
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La fuente no habla de canje de rehenes, sino de “intercambio de personas privadas de su libertad” para referirse al intercambio entre los guerrilleros presos en las cárceles colombianas bajo cargos de terrorismo y narcotráfico, y las cuarenta personalidades políticas –con mayoría de militares y policías– en poder de las FARC. Esa sería la parte más fácil del acuerdo, si va acompañada de una negociación que desemboque en alguna forma de reinserción de las FARC en la vida política de Colombia.
Los principales escollos son dos. Por un lado está el tema de la legitimación. Es imposible negociar con organizaciones terroristas y las FARC están en las listas de Colombia, Estados Unidos y la Unión Europea. ¿Imposible? Por lo menos, hace falta otro paraguas local e internacional.
Después está el tema de la territorialidad. Las FARC exigen el despeje de Pradera y Florida, dos municipios que no controlan. Para las FARC, el control político y militar de un territorio por un período de tiempo garantizado representa una gran oportunidad. Su estrategia histórica es el control territorial en zonas rurales donde no llega el Estado. Esa estrategia les permitió sobrevivir, durante medio siglo, a todas las guerrillas latinoamericanas, incluyendo formaciones de mayor prestigio y legitimidad internacional. Uribe no cede Pradera y Florida. Las FARC quieren territorio.
“Si uno quiere helado de vainilla y el otro quiere helado de chocolate, ¿qué pasa si les damos lemon pie?”, desliza la fuente. ¿Otro territorio? ¿Otra forma de control?
Parece mucho para una guerrilla que tortura escudos humanos con grilletes y marchas interminables, y que arrancó a un bebé de los brazos de su madre cautiva. Parece poco para el segundo ejército de América latina, el tercer receptor de ayuda militar del gobierno de Estados Unidos, que acaba de cargarse al subjefe de las FARC.
“No te puedo decir –contesta otra vez el informante—. Hay vidas en juego.”
La otra opción es la guerra de exterminio. Sin diálogo, a matar o morir, con los rehenes expuestos en la línea de fuego, a tiro de guerrilleros frustrados y en retirada. O sea, la opción es olvidarse de Ingrid y de sus compañeros.
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