Un centenar de desmovilizados, la mayoría ex paramilitares, tomaron ayer la Catedral de Bogotá durante todo el día. La medida sorprendió al gobierno y al clero, este último especialmente, ya que estaba a punto de oficiar una misa especial en honor al fallecido cardenal Alfonso López Trujillo. Los “reinsertados”, como los llama el gobierno, protestaban porque estaban cobrando menos de lo estipulado cuando dejaron las armas. Según el acuerdo, les corresponde un salario de 200 dólares. Este subsidio les permitiría aceitar su vuelta a la vida civil. Sin embargo, hasta hace seis meses el Estado no tenía ningún control sobre cómo y en qué lo gastaban, y ya habían empezado a surgir denuncias sobre un rearme financiado con dinero estatal. Por eso, el gobierno decretó que los “reinsertados” sólo cobrarían su “sueldo” si demuestran que van a los talleres de preparación laboral o terminan la escuela. Anoche, a pesar de convencer a los desmovilizados de abandonar pacíficamente la Catedral, la delegación de la Presidencia se negó a ceder a su pedido y advirtió que los que utilicen la fuerza, perderán sus beneficios.