EL MUNDO • SUBNOTA › LA SENADORA OPOSITORA INCOMODA AL GOBIERNO Y A LOS MEDIOS
Piedad Córdoba habla de lo que otros callan. Se dice de todo sobre ella. Ayer declaró que hizo contactos con cinco presidentes, entre ellos Cristina Fernández, para que se sumen a colaborar por la liberación de los rehenes de las FARC.
› Por Katalina Vásquez Guzmán
Desde Medellín
Loca, pacifista, apátrida, guerrillera y hasta salvadora. De Piedad Córdoba, la senadora colombiana, se dice de todo. Sus apariciones públicas son cada vez más polémicas. Calienta los ánimos en conferencias por el mundo o en los pasillos de palacio, en Bogotá, al admirar a las FARC y atacar al presidente Uribe, al deshacerse en insultos para el embajador de Estados Unidos, o al pedirle a la guerrilla que, todavía, no libere a Ingrid Betancourt. Unos la aborrecen y algunos la aclaman. Un sector, ha denunciado, la amenaza de muerte. Otros, simplemente, la silencian, como sucedió ayer, cuando reveló que desde mayo pasado está en contacto con presidentes latinoamericanos a favor de un próximo canje de prisioneros. En las ediciones digitales de los diarios nacionales no se dijo nada. Los noticieros de radio tampoco hablaron del tema. Poco se vio en la televisión. Aunque las agencias internacionales de noticias escucharon bien lo que contó, muy temprano, en el programa Las voces del secuestro, de Radio Caracol. Que se reunió, durante la cumbre de la Unión Europea y América latina el 17 de mayo, en Perú, con los mandatarios de Argentina, Cristina Fernández; de Ecuador, Rafael Correa; de Bolivia, Evo Morales; de Honduras, Manuel Zelaya, y el electo de Paraguay, Fernando Lugo.
El tema fue el apoyo para conseguir que en Colombia se entreguen civiles y militares secuestrados por el grupo insurgente FARC a cambio de liberar guerrilleros presos en las cárceles. Todos, dijo Piedad, manifestaron deseos de cooperar con la causa. “Esto demuestra el interés de América latina” en el tema de los secuestrados, comentó. De la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, dijo que “está dispuesta a hacer lo que sea, a ir donde tenga que ir, a hablar con quien tenga que hablar”. Esa respuesta la dejó “emocionada”, y ahora piensa “que estamos muy cerca de ese proceso de acuerdo humanitario”.
Pero el gobierno colombiano no le cree. El ministro del Interior y la Justicia, Carlos Holguín, afirmó ayer mismo que esas gestiones de Córdoba están lejos de la realidad. Habló de “una postura simplemente en búsqueda de algunos efectos mediáticos, que es a lo que la senadora se ha dedicado”. Al parecer del funcionario de Uribe, Piedad “trata de mostrarse como un hada madrina del bien que está dedicada al servicio más noble y generoso que pueda darse. Creo que hay una gran cantidad de incoherencias en esas posturas y no es nada serio ni confiable”.
Piedad, sin embargo, sonó muy creíble en la mañana mientras les detallaba a los rehenes en las selvas, a través de la radio, que el presidente de República Dominicana, Leonel Fernández, está “jugadísimo haciendo propuestas para que las FARC puedan, si es posible, negociar la liberación en su territorio”, y que, incluso, se puso “a disposición del mismo presidente Uribe”.
Ni Fernández, ni Cristina, menos Evo Morales, de Bolivia, ni cualquier presidente mencionado por Córdoba desmintió los hechos que la senadora reveló. Pero, de todas formas, no fue suficiente para que fueran publicados en los medios nacionales. Muchos medios del país ya no reproducen las declaraciones de Piedad Córdoba. Censuran sus videos en noticieros de televisión. Sus palabras, sus ideas de oposición, empezaron a hacer eco, pero fuera del país. Al interior, parece que rebotaran. Casi nadie quiere oírlas. Es incómoda para muchos. Nunca antes una política, menos una mujer, y menos aún negra, le había hablado así al presidente en este país. Ni se había mostrado en una posición tan cercana a la guerrilla.
En los medios, incluso, la señalan. En su última edición, la revista Semana tilda de “desatinadas e irresponsables” sus recientes salidas en público, “por ejemplo, cuando habló en un foro en México en marzo de 2007 pidiéndoles a los gobiernos latinoamericanos romper relaciones con Colombia, o cuando aplaudía a Chávez en un discurso en Nicaragua mientras se despachaba contra el país, o cuando hizo lobby contra el TLC en Wa-shington, tildando a Uribe de paramilitar”, escribió Semana en un extenso artículo donde se publican mails entre Córdoba y las FARC, encontrados en las notebooks de Raúl Reyes. Sus actos y declaraciones, dice la revista, “mancillan la dignidad nacional” y “enfurecen a la mayoría de los colombianos”. Sin embargo, son los únicos a contramano de las políticas del gobierno que se dejan ver en la actualidad en el país.
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