EL MUNDO • SUBNOTA › OPINIóN
Barack Obama, dicen, no se llevó bien con Bibi Netanyahu cuando se reunió con él en Jerusalén antes de las elecciones estadounidenses. Obama, que rápidamente entendió a Medio Oriente, aparentemente encontró a Bibi arrogante y poco convincente en su deseo de paz con los palestinos. Lo que Netanyahu pensó de Obama no se sabe, pero a duras penas pudo ocultar su plataforma electoral: seguridad para Israel, pero sin un estado palestino. Mucho depende, por supuesto, de si Tzipi Livni consentirá unirse al gobierno de Netanyahu. Porque si Avigdor Lieberman obtiene una posición ministerial, Obama está en problemas.
¿Felicita a un nuevo primer ministro israelí que introdujo en su gobierno a un hombre que está dispuesto a exigir firmas de lealtad de su propia minoría árabe del país? ¿Cómo caería eso en Estados Unidos, donde una propuesta similar –un compromiso de lealtad de las minorías estadounidenses, por ejemplo– sería un escándalo? Pero aquellos palestinos que creen que Lieberman debería estar en la administración de Netanyahu –con la excusa que ése es el “verdadero” rostro de Israel– están un poco apurados. Obama no va a cambiar la relación de Estados Unidos con Israel.
La política exterior de Estados Unidos –como la de la mayoría de los estados– está basada no en la justicia sino en el poder. Y con Estados Unidos soportando la peor crisis económica desde la Depresión, Obama no se la va a tomar con los israelíes. Aquellos árabes que todavía buenamente esperan que la nueva administración de Estados Unidos por fin le “haga frente” a Israel, están equivocados. Y la secretaria de Estado, Hillary Clinton, a quien le gustaría ser la próxima presidente demócrata, por cierto no va a enfurecer por Israel o sus partidarios en Washington.
Ehud Barak y Livni, autores de la sangrienta ofensiva (con la ayuda activa de las propias provocaciones de Hamas), simplemente dejarán a Gaza detrás de ellos –hasta que Netanyahu decida un segundo round de la batalla contra el “terror del mundo”–. Es interesante notar cuán fácilmente las conexiones entre Gaza y la elección israelí se diluyeron.
Netanyahu, no hay que olvidar, dijo que la guerra de Gaza terminó demasiado pronto. ¿Qué estamos esperando para Gaza Parte Dos? A veces los israelíes deben maldecir el sistema electoral proporcional que los lleva a los coaliciones de gobierno ingobernables. Pero a los estadounidenses les resultará difícil vestir a un nuevo gobierno de Netanyahu como de más “progreso” en el “Proceso de paz” de Medio Oriente.
* De The Independent De Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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