Días después del anuncio de la inminente instalación de bases militares de Estados Unidos en Colombia, el gobierno de Bogotá denunció ayer que encontró en manos de la guerrilla de las FARC armamentos comprados por Venezuela a Suecia. “Ya en varios operativos en los que hemos podido recuperar arsenales de las FARC encontramos municiones y equipos potentes, entre ellos armas antitanque, que un país europeo le vendió a Venezuela”, aseguró ayer Francisco Santos, vicepresidente colombiano.

Frente a estas denuncias, el gobierno de Caracas no tardó en reaccionar, por lo que ayer mismo diversos funcionarios venezolanos de primera línea desmintieron las acusaciones. “Es una campaña brutal en contra de Venezuela”, aseguró Tareck El Aissami, ministro del Interior. Nicolás Maduro, ministro de Relaciones Exteriores de ese país, coincidió con El Aissami y, a su turno, afirmó que con estas denuncias el gobierno de Alvaro Uribe trata de legitimar el nuevo acuerdo militar que negocia con Washington. “Toda esta campaña que ha comenzado el día de hoy tiene un solo objetivo: justificar la presencia de bases militares estadounidenses en el territorio de Colombia”, precisó el ministro bolivariano.

Pero las noticias que llegaron desde Estocolmo no fueron las mejores para los oídos venezolanos. El gobierno sueco anunció que pedirá a la administración del presidente Hugo Chávez que aclare la situación. “Está confirmado que una pequeña cantidad de armas producidas en Suecia fue encontrada en un campamento de las FARC. Pedimos explicaciones a responsables del gobierno de Venezuela para que nos diga cómo explica que este equipamiento haya sido encontrado en Colombia”, precisó desde Suecia Jens Eriksson, consejero político del Ministerio sueco de Comercio.

Según la revista Jane’s, con sede en Londres y especializada en asuntos de defensa, el gobierno colombiano entró en contacto con el sueco apenas ocurrió el hallazgo y habría sido la embajada del país escandinavo en Bogotá desde donde se habría confirmado, hace más de tres meses, que los números de serie del material bélico correspondían a un lote que vendió la empresa sueca al ejército de Venezuela.